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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Crueldad

Si yo fuera pariente del enfermo que soportó la canción de Revilla, denunciaría su perversidad ante el Tribunal Internacional de La Haya

He visto en Internet, concretamente en Twitter, unas imágenes de hiriente crueldad. Un enfermo, sufriente, sin ganas de nada, soportando la interpretación desafinada de una canción montañesa por parte de Miguel Ángel Revilla en su cama del hospital. Crueldad sobre crueldad. No me canso de decir, y lo hago sin intención de molestar a ningún montañés, que la Montaña sólo tiene un inconveniente serio. Su folclore, absolutamente prescindible. Las canciones montañesas carecen de armonía y de interés. Estando muy sano y en plenas condiciones físicas y anímicas es posible oír, antes de proceder a la huida, un par de ellas. Pero estar ingresado en un hospital, sin posibilidad de fuga, y que aparezca Revilla acompañado de un cámara para cantar al indefenso enfermo una tonada montañesa, resulta estremecedor. Una canción carmoniega, para ahondar más en el padecimiento del paciente ingresado.

Dame la mano, morena,
Para subir al «riberu»,
Y ver desde allí Carmona
Que es el «pueblu» que más quieru.

Y para colmo, desafinando.

Espero, y oro por ello –nos encontramos en días de oración–, que el resto de los presidentes autonómicos no se sientan inducidos a imitar a Revilla y torturar con sus cancioneros locales a los pacientes hospitalizados. Así, en el País Vasco, Urkullu acompañado de dos chistularis, irrumpiendo en una habitación hospitalaria y entonando a un doliente el «Agur Jaunak»; o a Juanma Moreno, con unos palmeros amenizando la agonía de un andaluz abatido dedicándole una copla de Rafael de León y el maestro Quiroga, como el «Barquito Velero». O a Isabel Ayuso, amenizando las últimas horas de un madrileño intubado con el «Madrid, Madrid, Madrid» de Agustín Lara. A la amiga navarra de Bildu la señora Chivite, entonando en un hospital de Pamplona a las puertas de la UVI, la jota «No te vayas de Navarra». O a «Pere» –pronúnciese Pera– Aragonés dando la murga con «La Catalineta». Y en Asturias, con un trío de gaiteros subiendo y bajando del árbol. O en Galicia, el sustituto de Feijóo, también con gaiteros, con el «Ondiñas veñen e van», y Ximo Puig en Valencia, con su voz de excesivo tenor, dando el tostón a un valenciano con «Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor», acompañado por banda. Y el presidente de Murcia, amenizando la cura de un paciente con la bella canción «Si me voy de Cartagena, lloro a mi bella morena», y en Las Palmas con el Roque Nublo, y en Tenerife con el Teide, y en La Palma, las «Folías de la decepción» que dicen. «Y Pedro nos prometió/ inmediatas subvenciones/ pero el volcán se apagó/ y se quedó los millones». En fin, que esto es lo que hay.

Si yo fuera pariente del enfermo que soportó la canción de Revilla, denunciaría su perversidad ante el Tribunal Internacional de La Haya. Y menos mal que eligió una canción abreviada, que si canta completa la tonada de los «Bolus» hay que ingresarlo también a él. Se desmaya antes de que aparezca la bola pingona.

Qué manera de hacer daño a los indefensos.