Fundado en 1910
Cosas que pasanAlfonso Ussía

Talleres de género

Mi permiso de conducir tiene como fecha límite el 3 de junio de 2025. Si consigo llegar vivo para renovarlo, me propongo examinarme de género optando por la transexualidad

Hoy he sonreído al leer las noticias. Casi todas son terribles. Arden Asturias y La Montaña, y en el horizonte se advierten planes para plantar molinos eólicos donde vivían los bosques de hayas, robles, fresnos y castaños, y cubrir los prados de planchas solares. El presidente del Principado, como el de Cantabria, están en sus cosas. El primero en el bable y el segundo en Babia. Pero de la tragedia –la visión del Naranco en llamas amenazando Oviedo resulta estremecedora–, he saltado a la alegría. Al fin, veré cumplidos mis deseos, nacidos en mi juventud, cuando conseguí aprobar a la primera el carné de conducir. Se me antojó excesivamente dedicado al tráfico y la conducción. Creo que para conducir un vehículo cualquiera son necesarios otro tipo de conocimientos. Por ejemplo, nociones básicas de meteorología, de jardinería, de sexo y de fauna. No es lo mismo atropellar a un conejo imprudente que a un jabalí inesperado. En nada se asemeja toparse en plena calzada con una vaca limusina que con un toro de lidia. Con la vaca, el buen conductor puede detener el coche o la moto, abandonar el vehículo, y con gestos más o menos medidos, hacerle ver a la vaca que su lugar está en el prado inmediato a la carretera, y no en el asfalto. Con un toro de lidia, no sirven los gestos ni los gritos. Es recomendable permanecer dentro del coche, agarrado al volante, con las puertas y ventanillas clausuradas, y que sea lo que el toro quiera. Pero también, y al fin estos idiotas que nos gobiernan se han apercibido de su importancia, es imprescindible aprobar un examen de género para obtener o renovar el carné de conducir. Asistir a talleres que alerten del concepto de masculinidad. Talleres específicos para cada género. Mi permiso de conducir tiene como fecha límite el 3 de junio de 2025. Si consigo llegar vivo para renovarlo, me propongo examinarme de género optando por la transexualidad. No la de hombre a mujer, sino la de hombre a muñeco, porque a esa edad lo de la sexualidad pierde en gran medida la importancia. Pero al fin, estos idiotas que nos gobiernan han acertado en algo. La Dirección General de Tráfico, cuyo director es don Pere –pronúnciese Pera– Navarro, ha financiado un estudio de Seguridad Vial desde la perspectiva de género en el que propone talleres de sensibilización y módulos educativos para instruir a los futuros conductores en los nuevos modelos de masculinidad. Los nuevos modelos de feminidad no se contemplan porque todas las mujeres conducen divinamente.

Ese examen de género es el que yo echaba de menos hace cincuenta años. Y al fin, en junio de 2025 –si Dios no lo impide–, tendré la oportunidad y el gozo de intentar aprobarlo. En 50 años, jamás he sufrido un accidente de tráfico, ni en ciudad ni en carretera, pero entiendo que no es suficiente para librarme del taller de sensibilización de género. Me propongo prepararlo como si se tratara de unas oposiciones a la Abogacía del Estado. Me escandaliza pensar que he estado conduciendo durante medio siglo sin sensibilizarme adecuadamente con los nuevos modelos de masculinidad. Por ejemplo. El hombre heterosexual estará obligado a ceder el paso al hombre conductor homosexual, incluso en tramos donde los adelantamientos están prohibidos, siempre que el conductor homosexual, mediante gestos y toquecitos de bocina, le indique que llega tarde a la cita con su maromo. Eso, y no otra cosa, es sensibilizarse con la nueva masculinidad. Y si el conductor heterosexual no desacelera e impide el adelantamiento del que llega tarde a la cita con su maromo, perderá automáticamente todos los puntos del carné sin derecho a rechistar.

Es mi deseo felicitar a la Dirección General de Tráfico, y a don Pere –pronúnciese Pera– Navarro, por demostrar que no todos los que nos gobiernan son idiotas. La excepción confirma la regla.