Yolanda Boluda
Una serpiente muy cursi, y hueca de cabeza, pero gran emisora de ruidos
Cuando oigo o leo un párrafo de los discursos de Yolanda Díaz me viene a la mente don Pedro Boluda, el poeta disléxico murciano, probablemente el peor escritor con libro publicado de los últimos cinco siglos de nuestra literatura. Lo menciona Jaime Campmany en su novela de juventud Jinojito el Lila, y más tarde en su Jardín de las Víboras. Juan Manuel de Prada incluye a don Pedro Boluda en su espléndido ensayo Desgarrados y Excéntricos, dedicándole un capítulo, y Ramón Gómez de la Serna maltrata al bondadoso y atroz poeta murciano en sus recuerdos del Pombo. Una parrafada de Yolanda es como un poema de Boluda. La nadería.
Don Pedro era un alma de Dios. Inocente, elemental, y practicante en un centro sanitario de Murcia. Su mentor, el malvado y cachondo Andrés Bolarín financió la edición de La Paz Mundial, y le comunicó que Su Santidad el Papa Pío IX, emocionado con la lectura de sus versos, le había distinguido con una importante condecoración de la Santa Sede, que le impondría a Boluda en «Radio Murcia». Bolarín contrató a un actor que hizo de Sumo Pontífice y Boluda, en los días grandes, se colgaba del ojal de su solapa izquierda la medalla que le había impuesto Su Santidad en su viaje relámpago a la capital murciana. Los versos era merecedores de tan alta merced.
No permitid padezcan lo insufrible,
Andar y prestarles vuestra atención.
Pues por algo somos seres humanos,
¿No veis su sangre, que son nuestros hermanos
Y que tenemos estrecha obligación?
Destaca Jaime Campmany, que lo conoció y trató en la niñez, que además de la condecoración que le impuso personalmente en Radio Murcia Su Santidad Pío Nono, ponía las inyecciones a domicilio con las Grandes Cruces que, por su contribución a la paz mundial, le habían concedido el Zar Nicolás II, el Rey Víctor Manuel de Italia, el Emperador Napoleón III o el Negus de Abisinia, Hallie Shellasi. A ellas sumaba la concedida por el Aga Khan. Su poema social-reivindicativo dedicado a los obreros no lo superaría ni Yolanda Díaz.
Y no ganan para el mínimo guisado.
¿No es una lástima que ocurra
Lo que diariamente se ve?
¿Que el obrero no encuentre trabajo
Ni tampoco se atienda a él?
¿Por qué España ha de consentir
Que los obreros se vayan tan largo?
Darles un poco más de jornal
Para que así se vayan quedando.
Obreros, uniros todos en general,
El trabajo da fuerza y salud,
Vigoriza los nervios y quita el mal
Y trae el bienestar de la virtud.
El bueno de don Pedro creía en el trabajo, y ahí se distancia de nuestra futura presidente del Gobierno, Yolanda Boluda. Pero su capacidad para hilvanar pensamientos, dorar reflexiones y expandir metáforas, son similares. También se distinguen en que don Pedro Boluda era como un niño bueno de mente descacharrada y Yolanda es más mala, desleal y falsa –amén de descacharrada de mente– que la serpiente blanca de Camerún, muy venenosa pero de moderado peligro, porque ignora el color de su piel, de imposible camuflaje en las selvas esmeraldas, y aunque dotada de las peores intenciones, las águilas serpenteras las avistan a gran altura atacándolas sin piedad. Una serpiente muy cursi, y hueca de cabeza, pero gran emisora de ruidos.
Veo u oigo a Yolanda Díaz, y me acuerdo de don Pedro Boluda. La cabeza establece unas conexiones escalofriantes.