El gran secreto
Amparado en la sanidad española, el argentino del que se liberó Argentina, está a punto de retornar a la calle
A su lado, el asesinato no aclarado de Kennedy es una banalidad. Como la medida de la nariz de Cleopatra. Como la suma de millones de euros que repartió el F.C. Barcelona entre Negreira y algunos árbitros de la Primera División. Como la terrible masacre sin autores del 11 de marzo en Madrid, que cambió y volteó el futuro de España. Los periodistas de investigación no han conseguido averiguar en qué hospital está ingresado Pablo Echenique por un problema respiratorio. Le deseo una pronta recuperación para que siga envenenando el ambiente con su perversidad motorizada. No deseo el sufrimiento de nadie. Echenique es un defensor a ultranza de la sanidad pública – y yo también– y un enemigo poderoso de la Privada –yo tampoco–. Echenique es un privilegiado. Gracias a nuestra sanidad pública se le ha dotado de unos medios carísimos para facilitar su movilidad que le fueron negados en su país natal, Argentina. Coincide en su distancia y repelús por la sanidad privada con comunistas y socialistas de alta ejemplaridad y consecuencia, como Alberto Garzón, Luis Tosar, la difunta Pilar Bardem, el tesorero Monedero, Guillermo –Willy– Toledo, Carmen Calvo, el ardiente dirigente sindicalista Pepe Álvarez, Javier Bardem, Penélope Cruz y el gafe de Sálvame. Desprecian los hospitales privados, pero con una décima de fiebre o un dolor inesperado, pasan de largo de los grandes y magníficos hospitales públicos e ingresan en los de pago o seguro médico. No afirmo que Echenique se encuentre hospitalizado en un hospital privado, entre otras razones, porque su convalecencia ha sido declarada secreto nacional. Pero me hace pensar que ese secreto nacional tiene mucho que ver con su elección de centro hospitalario.
Se ha dicho que ingresó en el Hospital Infanta Elena – privado y monárquico–, pero también apuntan a que su mejoría se está produciendo en una Rúber o en una Quirón. Lo importante es que sane, y que desaparezcan sus dificultades respiratorias. Lo fundamental es la salud, y tanto en la pública como en la privada, como en la igualatoria, estará en las mejores manos. Días atrás, un informe de la OMS reconocía que la sanidad de Madrid – Echenique llamó «Gobierno asesino al de Isabel Ayuso»– es una de las mejores del mundo, y la más eficaz de España. Mónica García parece no estar de acuerdo, pero lo que diga o le parezca a Mónica García sólo le importa al gafe de Telecinco, que es paciente de la sanidad privada cada vez que se lleva un sustito, como Willy Toledo, Luis Tosar y los Bardem, los grandes arietes «intelectuales» de nuestra retroprogresía.
Me encantaría, y no puedo ocultarlo porque no me gusta engañar a mi verdad, que Echenique fuera dado de alta, con prontitud, en un hospital argentino. En Argentina hay una extraordinaria sanidad privada, si bien la pública en nada se parece a la española. No obstante, aún en España, le deseo que recupere todas sus fuerzas y sus constantes vitales se mantengan en la lejanía de los riesgos. Eso sí, me gustaría saber en qué hospital ha sido tratado con tanta efectividad, porque está claro que lo ha hecho en un hospital de la sanidad madrileña, pública o privada, dependiente de la «asesina Ayuso».
Las horas de inquietud, padecimiento y sufrimiento en un hospital cualquiera, ayudan a la reflexión. Quizá haya reflexionado Echenique, dejando de lado su innata infección anímica, que España le ha dado muchísimo más de lo que España ha recibido de su persona. Él desea destrozar el futuro y la libertad de España, y España le ha correspondido con su libertad, su salud, su posición económica y su vida. No lo reconocerá, porque él es así y cuando uno es así –no voy a descifrar el significado de ser así, pero mis lectores lo interpretarán correctamente–, es muy complicado cambiar. Amparado en la sanidad española, el argentino del que se liberó Argentina, está a punto de retornar a la calle.
Lo del hospital sigue siendo un enigma. Pero intuyo que el secreto se debe a su preferencia por la sanidad privada, como todos los incoherentes, demagogos e inconsecuentes comunistas. Me atrevo a sospecharlo.
Pero le deseo que no sufra.