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Un mundo felizJaume Vives

Nacho Vidal y sus discípulos

Es lo que tiene el ser humano, que al ser un ser creativo, cuando desvincula el sexo del amor, necesita innovar continuamente para no caer en el hastío

Para los más inocentes –quienes oyen este nombre por primera vez– les basta saber que a Nacho Vidal se le conoce como el rey del porno español.

Un tipo peculiar que se ha visto envuelto en escándalos de todo tipo, muertes incluidas, cosa del todo normal cuando vives inmerso en un submundo donde el vicio y la pasión campan a sus anchas sin nada que las controle y domine. Algo por otro lado propio del ser humano.

Pero, a pesar de todo, a veces es interesante escuchar a Nacho Vidal. Se expresa con más claridad que buena parte del mundo político/cultural de este país. Y es normal que así sea, siempre ha tenido pocos reparos en desnudarse delante de la cámara para mostrar cómo es realmente. También a la hora de hablar.

Dentro de la confusión interior y ambiental en la que vive y se mueve –lástima me dan sus dos hijos– el otro día dijo algo que me llamó la atención. Sobre todo por venir de quien venía.

Nacho decía en una entrevista que le escandalizaba el porno actual. Que le parecía algo contra natura y que no quisiera por nada del mundo que sus hijos vieran algo tan depravado. Explicaba Nacho que, en la actualidad, lo que más triunfa son vídeos en los que actores, en su papel de hijos, mantienen relaciones con sus supuestas madres o abuelas, incluso con sus hermanos.

Dice el actor que en su época eso era impensable. Y también critica que ahora nunca se vea un beso, cosa que a él le parece horrorosa. Hasta el punto de retar a sus entrevistadores a que busquen una película suya en la que no haya un gesto de cariño o un beso.

Las intuiciones de Nacho van por el camino correcto. Lo que consume ahora buena parte de la población es una depravación que utiliza y cosifica a la mujer, amén de ser enfermiza. Pero no era distinto cuando él se dedicaba a la industria del porno. La diferencia es que ahora el grado de depravación es mayor. Es cuestión de grado, el mal es el mismo.

Para llegar a lo de hoy hacía falta pasar por lo de Nacho. Es lo que tiene el ser humano, que al ser un ser creativo, cuando desvincula el sexo del amor, necesita innovar continuamente para no caer en el hastío. El problema grave no es que te guste ver sexo con animales, esa es la consecuencia (tristísima) de una vida entregada al vicio, incapaz de amar y entregarse.

Y ese es el verdadero problema: pensar que el sexo es un juego, una distracción, un entretenimiento, una vía de escape. Los que hacen porno hoy, dentro de veinte años, igual que Nacho, se escandalizarán del porno de sus discípulos, que será cada vez más degradante.