Los cobardes de TV3
Tengo muchos amigos catalanes. Algunos muy listos, otros, bastante tontos, altos, bajos, calvos, melenudos, cultos e ignorantes. Pero muy pocos dotados de sentido del humor. Un independentista no puede tener sentido del humor por su dogmatismo y por tomarse en serio lo de la independencia de Cataluña
Los catalanes destacan por muchas cosas, pero no por su sentido del humor. El humor crítico, la ironía, la comprensión de lo figurativo, no entran en su saco de cualidades. Josep Pla, Dalí y Boadella, han sido condenados en Cataluña. «Los catalanes somos unos españoles cien por cien a los que nos quieren obligar a ser otra cosa». «Por mucho que hablen, los nacionalistas catalanes jamás se separarán de España. Nosotros somos la tienda, y el resto de los españoles, el mejor cliente». Pla. Salvador Dalí, el genial pintor catalán cuyo heredero fue el Estado Español, se hizo unas gafas multifocales. Le costaron un riñón. Y se las puso para ser entrevistado en Televisión Española.
– ¿Y esas gafas que lleva, don Salvador?
– Se trrattta de unos gaffas multifocales que me hann hecho en Bonnn, Alemannia a la medddidda. Esstoy ennncanntado con ellaass.
– ¿Y vé mejor que con unas gafas normales?
– Nnoo. Nnoo veo abssoluttamente nadda.
Toda España se tronchó de risa, mientras en Cataluña se preguntaban.
– Si no ve absolutamente nada, ¿por qué no las ha devuelto?
Y Boadella, el insuperable fundador de «Els Joglars» y presidente de Tabarnia, látigo del granuja de Pujol y del pujolismo, cuando pasea por su pueblo es insultado por sus vecinos, que jamás captaron su irónico sentido de la libertad. El catalán se toma todo muy en serio, y es medido y cauteloso. Se contaba de un gerundense en la taquilla de una estación.
– ¿A qué hora pasa el tren Gerona-Port Bou?
– A las 13:45
– ¿Y Port Bou-Gerona?
– A las 16:32
– ¿Port Bou-Lérida?
– A las 9:18.
– ¿Lérida-Port Bou?
– 11:36.
– ¿Pasa por aquí el «Oriente Expresso»?
– No, no pasa. Pero dígame, ¿Dónde desea viajar usted?
– Se lo diré. Sinceramente a ningún sitio. Sólo quiero cruzar las vías, y me da mucho susto.
Siempre prudentes y cautelosos ante el peligro. Puigdemont en la maleta del coche.
Tengo muchos amigos catalanes. Algunos muy listos, otros, bastante tontos, altos, bajos, calvos, melenudos, cultos e ignorantes. Pero muy pocos, dotados de sentido del humor. Un independentista, no puede tener sentido del humor por su dogmatismo y por tomarse en serio lo de la independencia de Cataluña. Existen excepciones, claro está, pero no he tenido la suerte de conocerlos.
El territorio con más sutileza en el humor, un humor que surge con espontánea naturalidad, es Andalucía la Baja. Sevilla, Cádiz y Huelva. Fundamentalmente. El humor de Cádiz es el más limpio y luminoso, el de Sevilla puede caer en la guasa, y el de Huelva es formidable. En Huelva está El Rocío. Y en el Rocío se congregan todos los años más de un millón de devotos de la Blanca Paloma, la Virgen del Rocío. Se entiende la hondura del humor andaluz por la intensidad del color de sus cielos. Pero además del millón de peregrinos, que con humor, alegría, bailes y dichos, a caballo, en carretas o a pie, alcanzan el Rocío, varios millones de españoles que no tenemos la fortuna de peregrinar, también somos y nos consideramos rocieros. Y no estamos dispuestos a tolerar que una pareja de «humoristas» supremacistas, independentistas y carentes de humor, se rían en una traidora televisión que pagamos los españoles con nuestros impuestos, de la Virgen del Rocío, de Andalucía y de la España sonriente.
Una pareja de gilipollas que sirven a una cadena de televisión golpista y antidemocrática, con derivaciones nazis y soviéticas simultáneamente. Es decir, con un sentido del humor nazi y soviético, que es para troncharse.
Los cobardes no se atreven a hacer «humor» con Alá, Mahoma y el Korán. Los correrían por la Diagonal los nuevos catalanes –centenares de miles– que Ada Colau ha recibido con regocijo y ternura. Resulta muy fácil insultar a los católicos, que jamás responden a los insultos con violencia. A la violencia física, me refiero. Pero nos queda la verbal. Y para mí, que ese «humor» catalán de la TV3, sólo es posible difundirlo desde la más honda hijoputez.