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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

'Madrit' y Franco nos persiguen

¡Qué barbaridad! ¿Cómo se puede acusar al Barcelona de comprar a los árbitros solo por dar al vicepresidente de los colegiados 7,5 millones sin razón conocida?

En el Govern lo decimos alto y claro: basta ya de perseguir, robar y vejar a Catalunya. Pongamos lo del Barça. Un honrado club de fútbol se gasta 7,5 millones durante años en pagos secretos al vicepresidente de los árbitros y los medios de Madrit van y deducen que ha sido para influir en los arbitrajes, para comprar partidos. Qué barbaridad. Qué nivel de maledicencia. Lo ha explicado perfectamente el bueno del president Laporta: todo es una conjura del Real Madrid, el equipo franquista por antonomasia. Y si el Barcelona le concedió tres veces su medalla de oro al «Generalísimo», y si el «més que un club» fue rescatado tres veces de la quiebra por Franco, y si los directivos blaugranas se ataviaban con uniformes del régimen en grandes fastos en el Nou Camp… todo eso no era más que un modo sofisticado de seguir avanzando en nuestro hecho identitario sin levantar sospechas.

La verdad es que el acoso español a nuestro pueblo viene de lejos. En el siglo XIX, Madrit nos impuso un arancel textil que nos concedió el monopolio del algodón en España. ¡Imagínense el curro que da eso! Y más tarde, Franco nos dio a dedo la fábrica de la Seat, y el monopolio junto con Valencia para montar ferias internacionales, y las primeras autopistas del país. Y luego llegarían los únicos Juegos Olímpicos que se han celebrado en España, gracias en parte a un enorme esfuerzo del Estado y la Corona. Y el robo español continuó con Felipe González, que en 1994 vendió Enagás, monopolio de facto de la red de transporte de gas en España, a la gasera catalana por un precio inferior en un 58 % a su valor en libros. Y Repsol, la gran petrolera española, pasó también a manos catalanas. Y Aznar se plegó a Pujol en el Majestic para llegar al poder. Y todos los modelos de financiación autonómica se han cortado al dictado de Cataluña (aunque luego descubrimos que todos eran un robo a Cataluña). Y somos la comunidad autónoma que más dinero ha percibido de los fondos de rescate estatales. Y Sánchez nos ha inflado a pasta a lo bestia –en detrimento de otras regiones–, en un intento de comprar a tocateja lo que llama con cursilería «la desinflamación». Y el Código Penal se cambia al dictado de los partidos separatistas catalanes. Y hemos prohibido el español en los rótulos y en los colegios, saltándonos incluso la ley para hacerlo, pero el castellano sigue siendo tozudamente la lengua más hablada en Cataluña, probablemente por culpa de omnipresente Franco, que no descansa ni un minuto aunque lleve ya 47 años muerto.

En fin, que no paran de oprimirnos. Un último ejemplo. Los mossos y el Consell de la República del president Puidgemont han investigado y la sequía que soporta la Tierra Prometida no es para nada casual. Detrás se oculta la mano negra de Madrit. Probablemente en algún momento del franquismo colocaron ventiladores en un punto secreto de la Meseta para que las borrascas que traen el agua no lleguen como es debido a Cataluña. Es un tema grave, que vamos a llevar a la próxima mesa bilateral con Sánchez. Exigiremos un nuevo Estatut para que Cataluña tenga las competencias de los pantanos desde el Sil al Tajo y que el Estado opresor nos indemnice debidamente. Y si alguien se pone tonto, un toque a Sánchez y Conde-Pumpido y se arregla, que para eso los hemos colocado ahí (y para que en el 2024 nos organicen la «consulta de la claridad», léase el referéndum, y a partir de ahí, España, si te he visto no me acuerdo, porque tanta persecución es insoportable).

La artista española más universal hoy en día, Rosalía, es catalana, como muchos de los principales comunicadores que triunfan en Madrid, o varios de los escritores más leídos en España, o los cocineros mediáticos que admira todo el país. Pruebas irrefutables de la implacable persecución a Cataluña y todo lo catalán. A por la República, amigas y amigos, que un tío de Tarragona es distinto y superior a uno de Teruel o de Tarifa y no pueden continuar ni un minuto más siendo compatriotas desde hace siglos en un mismo país.