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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

El porrón de Doñana y José Antonio

Resulta muy burdo el repetitivo truquillo de comunicación del Gobierno de inflar polémicas para que actúen como cortinas de humo frente a los líos de Sánchez

La estampa de nuestro providencial «Gobierno progresista» recuerda hoy a La Balsa de la Medusa, el celebérrimo cuadro de Géricault que cuelga del Louvre. En aquella cima del romanticismo gabacho se refleja toda la angustia de un naufragio. Los supervivientes aparecen desfondados, tendidos sobre un atado de tablas en el que se yergue un mástil inclinado, de vela improvisada, pobre. Los náufragos ya no pueden más; exudan derrota y desconcierto. Pero en un costado de la balsa aparecen dos personajes –¿Sánchez y Bolaños?– que se elevan sobre el amasijo de cuerpos y agitan unos trapos señalando todavía el horizonte con la ilusión de tocar tierra.

Sánchez, con todo su pote y toda su plomada propagandística, está más tocado que la balsa de la fragata «Medusa». Así se verá en la doble cita electoral, a pesar de los pitorreos de Tezanos a costa de nuestros impuestos y a pesar de que el PSOE ha intentado comprar votos con cargo al erario público. El presidente carece de crédito por su adicción a la mentira, por su pulsión nepotista y por ser rehén de las peores compañías, a las que paga a tocateja con traiciones a la nación y una reforma constitucional por la puerta trasera.

A todo eso se une ahora uno de los espectáculos que más daño electoral hacen: un Gobierno de coalición a bofetadas. Las ministras del PSOE discuten entre sí acaloradamente en la bancada azul (como acaba de mostrar Ana Martín en El Debate). Yolanda anda a coces –de tacón de aguja– con sus examigas de Podemos, a las que quiere arrojar como un clínex tras usarlas cuando le convenían para trepar. A su vez, Ione e Irene, con caritas de pena y ropajes caros de luto lila, a los pelos con el PSOE y con Yoli (Tito Garzón es tan gandul que no se moviliza ni para estas alegres grescas). Por último, el exvicepresidente social Iglesias Turrión –el que se iba a encargar de las residencias y hasta hoy– dedica sus días a tocarle la zanfoña al gran Peter vía Yolanda. Como guinda de la jaula de grillos, el presidente separatista catalán ya exige su referéndum (que Sánchez y Conde-Pumpido le concederán si Junqueras lo exige como condición para volverle a prestar el poder al PSOE).

Sopa de ganso. Se ha levantado el telón y los españoles contemplan el circo de un Gobierno resquebrajado, que no acaba de bajar la persiana tan solo porque ninguno de los náufragos de la balsa quiere renunciar a unos cargos con los que nunca habrían soñado. ¿Y qué se les ocurre en el laboratorio de la Moncloa para intentar tapar las llamas? Pues un burdo truco de comunicación, del que abusan infravalorando la inteligencia del respetable: inflar polémicas para que camuflen las vergüenzas de Mi Persona y su troupe imposible.

¿Un Gobierno a toña limpia y el PP salvando la chapuza del «sí es sí» en el Congreso? Pues Sánchez se escaquea de la votación y se larga en Falcon contaminante a Doñana, para denunciar con máximo teatro los problemas de la cerceta pardilla y el porrón pardo, víctimas de una sequía provocada por la maldad antiecologista de los luciferinos PP y Vox (que lo único que han hecho es regularizar unos cultivos que ya tenían uso agrícola). En paralelo, recurrimos al ministro sin cartera del Gobierno, Franco Bahamonde, y sacamos a José Antonio del Valle de los Caídos este mismo lunes.

Suenan en las auroras madrileñas los clarines monclovitas y los húsares del periodismo oficialista salen prestos a la carga con las consignas del día. Por fortuna, el público puede columpiarse un rato, pero al final el sentido común acaba calando el paño. Me temo que Pedro no le evitará la mudanza a Begoña ni con el cuasi monopolio televisivo...