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Bolaños pincha en la 'Operación 2 de mayo'

El objetivo de autoinvitarse era sacudirle a Feijóo por reunirse con la Asociación de Fiscales… como hizo Sánchez con todas ellas dos meses antes de llegar al poder

Actualizada 10:24

Félix Bolaños García, madrileño de 47 años, se convirtió en muñidor en jefe de la Moncloa en julio de 2021, cuando Sánchez se cepilla de una tacada y sin explicación al supergurú Iván Redondo, a Carmen Calvo y a Ábalos.

Bolaños, ministro de Presidencia, es hijo de emigrantes retornados, que se conocieron en una fábrica en Alemania. Resultó un chico muy aplicado y de gran cabeza, con unas notazas en Derecho que lo llevaron a un gran bufete y de allí a convertirse en letrado del Banco de España (donde, por expresarlo de algún modo, digamos que muchos de sus excompañeros no piropean en exceso su calidad humana). En la veintena se afilió al PSOE y cuenta la leyenda que sirviendo birras y bocatas en una romería del partido en Aluche conoció a un ambicioso diputado socialista, un tal Sánchez.

Sobre las personas de expedientes académicos deslumbrantes existen dos teorías. Algunos señalan que se puede arrasar en los estudios y luego ser un zote en la vida práctica. Otros piensan todo lo contrario, que el éxito universitario es un clarísimo indicador de la valía personal. Mi opinión es a la gallega: depende. En el caso de Bolaños, por ejemplo, la alta inteligencia que se le supone ha brillado por su ausencia en su tosca Operación 2 de mayo, una maniobra electoralista que ha pinchado.

La Comunidad de Madrid invitó a los actos del 2 de mayo en Sol a la ministra Rodríguez, por ser la responsable de las relaciones con los gobiernos regionales, y a Margarita Robles, debido a que se celebraría una parada militar. Sonrisas Rodríguez declinó la oferta y Bolaños se autoinvitó en su lugar. Se presentó allí al margen de lo establecido por el protocolo de la Comunidad. El año pasado, el Gobierno ya reventó el acto madrileño, al ofrecer Bolaños una rueda de prensa en la mañana del 2 de mayo sobre el espionaje a Sánchez con Pegasus, que se había producido hacía un año, pero se reveló precisamente ese día.

En la mañana de este 2 de mayo se produce una curiosa casualidad: el periódico de referencia de Sánchez abre a toda mecha acusando a Feijóo de haberse reunido en un hotel con la asociación mayoritaria de fiscales, que presenta el imperdonable defecto de no ser de izquierdas.

A partir de ahí, no hay que ser Einstein para sumar dos y dos. Acudiendo a los actos del 2 de mayo, Bolaños accedía a una plataforma privilegiada desde la que sacudirle a Feijóo con la nueva polémica artificial, lanzada a primera hora a través del altavoz habitual, El País, y coreada enseguida por todo el Orfeón Progresista.

«Es gravísimo», denunciaba en un canutazo un compungido Bolaños (que tuvo el mal estilo de atender a los medios mientras fuera comenzaba la parada militar y se escuchaba el himno nacional). Bolaños se mostraba preocupadísimo, desesperado. Feijóo debía «dar explicaciones» de inmediato sobre su «grave» reunión con los fiscales no izquierdistas y aclarar qué les prometió. ¡Escándalo, es un escándalo!, que diría Raphael.

Cuando se intima demasiado con la mentira se suele acabar perdiendo la memoria. En un ejercicio básico de hemeroteca, periodistas de El Debate se pusieron a comprobar si es usual o no que líderes de la oposición se vean con asociaciones de jueces y fiscales. Y –vaya por Dios– lo primero que se encontraron es que en abril de 2018, solo dos meses antes de llegar al poder aliado con los golpistas catalanes, Sánchez se reunió en Ferraz con las principales asociaciones de la justicia (por no hablar de que alguien del PSOE tuvo que intrigar entre tinieblas con el juez De Prada para meter la morcilla clave en la sentencia de la Gürtel que se utilizó para tumbar al viejo Mariano). El show de Bolaños hacía agua.

Como consuelo, a nuestro animoso «progresismo» le quedaba armar una pataleta porque los servicios de protocolo de la Comunidad de Madrid no permitieron a Bolaños subir a la tarima de invitados durante el acto militar. Pura lógica: tarima de «INVITADOS». Y Bolaños resulta que no estaba invitado, sino que hizo un Ana Torroja: «En tu fiesta me colé…». (Dicho esto, mi particular opinión es que habría sido mejor haberlo dejado subir y darle así una lección liberal a una izquierda de entraña muy sectaria). Por cierto, el PSOE que se rasga las vestiduras con esta anécdota calla como una tumba ante los desplantes constantes del separatismo catalán al jefe del Estado.

Al final, la Operación 2 de mayo de Bolaños denota que el sanchismo está como un flan ante las elecciones del día 28. Pero resulta muy dudoso que la derecha haya perdido un solo voto por no subir a una tarima a un ministro tan querido por la opinión pública madrileña.

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