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Desde la almenaAna Samboal

Trampantojo

Si en la partida de ajedrez que se juega para ganar las próximas elecciones generales Pedro Sánchez ha movido la ficha de su ministro más cercano, es que algo tendrá que ganar. O, al menos, algo tiene que esconder

Proliferan en los aledaños de la Puerta del Sol. Algunos, toscos. Otros, sorprendentes y bellos. Los trampantojos disimulan ante el turista las cicatrices y desconchones que el transcurso de los años o el paso de poetas, borrachos, milicianos u oficinistas han ido dejando sobre las paredes de sus vetustos edificios. Forman parte del seductor paisaje de esta villa y corte que lleva siglos entreteniéndose con las conjuras, navajeos, amoríos y chismes de los poderosos.

En este Madrid en el que no todo suele ser lo que se muestra ante nuestros ojos, Isabel Díaz Ayuso parece moverse como pez en el agua, Pedro Sánchez mueve a sus peones escondido tras los setos de la Moncloa y Félix Bolaños se ha conformado con el papel de bufón de una jornada. Su torpe movimiento, a la orden de su jefe de protocolo y ante la atenta mirada de Reyes Maroto ni siquiera habría logrado engañar a uno de los puertas de Pachá.

Lleva días el presidente buscando el choque directo con Madrid. Lo intentó advirtiendo a Cuca Gamarra en el Parlamento de las graves consecuencias que tendría para las autonomías que gobierna el Partido Popular el más nimio incumplimiento de la ley de vivienda que han presentado sus socios de Ezquerra y Bildu. Sus ministros corearon de inmediato el argumento, pero, como no hubo réplica, quedó en nada. Será por eso que ha vuelto a las andadas enviando a su más fiel ministro a armar gresca a la fiesta de Madrid. Si, hace un año, Bolaños acaparó la atención de los invitados convirtiendo a la Presidencia en víctima de Pegasus, aún a costa de mostrar la incompetencia de su departamento, ¿por qué no volver a intentarlo?

Sea por confrontar con Ayuso, sea por tratar de hacer de menos a un Feijóo colocado en posición preeminente, sea por ambos motivos, es obvio que a Sánchez le gusta confrontar con la lideresa del PP. Tampoco ella rehúye el duelo. Al contrario, lo busca. Dudo que el PSOE gane un sólo voto en el envite, pero sí parece obvio que llena la saca, bien nutrida ya, de la lideresa popular. No hay más que ver la cara de funeral de Juan Lobato, el candidato socialista, convidado de piedra en la Puerta del Sol, resignado a ceder los trastos de jefa de la oposición, una legislatura más, a Mónica García. Hace tiempo, desde que echaron a Tomás Gómez y sellaron la cerradura de la sede del partido con silicona por orden del secretario general, que los socialistas ya no aspiran a nada en Madrid.

Sin embargo, sería un error de cálculo menospreciar las andanadas de su secretario general. Si en la partida de ajedrez que se juega para ganar las próximas elecciones generales, Pedro Sánchez ha movido la ficha de su ministro más cercano, es que algo tendrá que ganar. O, al menos, algo tiene que esconder. El escándalo Bolaños, que ha logrado mantenernos entretenidos en este puente de mayo, que más parece de agosto, puede ser sólo un engañoso trampantojo.