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Unas líneasEduardo de Rivas

Spain is different

Explíquenle a un estadounidense que valora la propiedad privada que en España alguien puede okupar tu casa y que tardarás tres o cuatro años en recuperarla

Recientemente he tenido la oportunidad de pasar un tiempo rodeado de extranjeros. He realizado un curso de inmersión lingüística en inglés en el que no te tomas el desayuno sino el breakfast, no tienes un descanso sino un break y te acabas metiendo en la cama pensando en otro idioma después de 16 horas seguidas sin escuchar una palabra en español. Toda una experiencia, aunque más que por el aprendizaje –que también– por el hecho de pasar una semana entera rodeado de extranjeros. Británicos, irlandeses, australianos, estadounidenses… cada uno de ellos con su cultura, sus diferencias y su forma de ver España desde fuera.

Aquel eslogan de hace unos años eran palabras habituales: Spain is different. Y en los últimos años, más. Si a nosotros nos cuesta creer algunas de las nuevas leyes que ha aprobado el Gobierno de Sánchez, imagínense explicarle a un estadounidense que en España alguien puede okupar tu casa y que, con suerte, tardarás tres o cuatro años en recuperarla. Y siempre a través de un juzgado que ese día puede querer trabajar o estar de huelga. «Si es tu casa, ¿cómo no puedes hacer nada? ¿Y la propiedad privada?». Solo hay una respuesta posible: Spain is different.

Cómo explicarle a una australiana que España es un país que para algunas cosas funciona como si fueran 17, cuando su país, que es 15 veces más grande que el nuestro, está completamente unido. Cómo contarle que tu educación no será la misma si estudias en Valencia que si lo haces en Gijón, Málaga o Badajoz, que tampoco pagarás los mismos impuestos si trabajas en Madrid que en Bilbao, Granada o La Coruña o que no tienes los mismos derechos en Cataluña si has nacido allí o si tu madre dio a luz en Cuenca.

Trata de hacerle entender a un irlandés que en España hacen falta 18 años para votar pero no para abortar; o a un escocés, que su afán independentista no es igual que lo que ocurre en Cataluña. «El problema catalán», lo llaman, aunque, para nosotros, más que un problema es un quebradero de cabeza que, más allá de nuestras fronteras, en algunas partes haya triunfado el relato independentista. Porque la realidad es bien diferente.

Lo positivo es que, pese a todo, España gusta y mucho a los extranjeros. Y que seguirán viniendo con Sánchez o sin él. Otra cosa bien diferente será quedarse a vivir, porque de turismo las leyes parecen graciosas, pero de residente te toca sufrirlas como al resto. Y entonces pierde la gracia.