Sorda, cuñada y del Betis
Hemos llegado a un punto que las chonis creen un mérito político lo que son, en el mejor de los casos, condiciones personales privadas
Hay despedidas de soltera con más clase que algunos de los mítines de formaciones políticas de extrarradio, cuyos líderes e intervinientes consiguen que Gabriel Rufián, el Pijoaparte del Congreso, parezca Lord Byron a su lado.
Por alguna extraña razón, consideran méritos a difundir, con la aorta exaltada como Pablo Iglesias grabando un podcast o a Irene Montero charlando de su chalet con una vecina, los atributos que de ser señalados por terceros obtendrían una afectada denuncia por «delito de odio».
Es el caso de una señora valenciana, presentada como «sorda, bollera y feminista», tres características que en una intervención de Emiliano García Page más allá de la sobremesa generarían una explosión de indignación y engordarían su fondo de chistes de gasolinera, junto a los de mariquitas, gangosos y chepudos.
La susodicha, de nombre Pilar Lima, aspira a algo por Unidas Podems-Esquerra Unida-Y dos huevos duros, no ha tenido a bien reprender a su presentadora, que escogió tres atributos involuntarios y carentes en sí mismos de valor político alguno para definir a la candidata.
Quizá me falte información, pero no consta que ser bollera ayude a ser mejor concejal de Tráfico: sí está demostrado, por el contrario, que cierto tipo de feminismo lleva a convertir en «madres coraje» a las raptoras de sus hijos, como Juana Rivas o María Sevilla; o a exponer a un contagio masivo a las mujeres por empeñarse en celebrar el 8M con un virus suelto dando bocados; o incluso a calificar de «suicidio ampliado» el crimen de unos niños por la sinvergüenza que los parió.
De la sordera poco cabe añadir más allá del enorme mérito que tienen quienes la padecen para superar ese escollo y rendir, como cualquier otro, en las funciones que les encarga la vida: en todo caso, no es una osadía interesarse por cómo resolverá los problemas de comunicación con sus ciudadanos, lamentablemente desconocedores en su mayoría del lenguaje de signos y quizá poco habituados a hablar en su pueblo con un traductor simultáneo.
Que no se ofenda Lima, pues, salvo con sus padrinos, los únicos que la han discriminado al intentar convertir en reclamos lo que solo son circunstancias personales, alguna de las cuales merecería una aclaración tranquila por su parte para demostrar que no afectarán a sus obligaciones y responsabilidades públicas. Si no quiere que algunos, sin duda equivocadamente, consideren todo ello un demérito, no puede pretender convertirlo tampoco en un mérito.
Ni en una excusa para cargar por enésima vez contra Pablo Motos o Miguel Lago, cuyo humor puede o no ser compartido pero no merece ese despliegue de afectación impostada exhibido incluso por la ínclita Pam Rodríguez, responsable directa de que más de mil agresores sexuales se hayan beneficiado de sus leyes más sectarias, incompetentes y kamikazes.
En otro mitin, la telonera madrileña de Podemos subió la apuesta y, para incitar al voto, soltó el eructo más notable de la campaña, a la espera de que otro de su especie lo mejore en la última semana preelectoral: «Maricones, bolleras, travelos mover el culo para votar, y al que no le guste tu pluma, clávasela».
Huelga hacer una traducción del lenguaje barriobajero al español, pero no lamentarse de un fenómeno imparable de degradación, cutrez y chonismo que nos lleva a concluir, a esto hemos llegado, que cualquier candidato es un buen candidato ya si tiene las neuronas justas para no mearse encima y no confundir la política con un concurso de regüeldos.
Pili, cielo, eres sorda, bollera y feminista como podrías ser albina, cuñada y del Betis, ¿pero hay algo más en las meninges o nos tiene que llegar con eso?