Peor que el 23F
Supongo que a estas horas Bolaños estará buscando por toda España alguien del PP a quien pueda mandar a la Policía a detener acusándole de haber comprado algún voto
En el último día de la campaña electoral de estas elecciones municipales y parcialmente autonómicas, la gravedad de la amenaza a nuestra democracia es mayor que en el golpe de Estado de 1981. Comprendo que esto pueden parecer palabras muy gruesas. Pero en 1981 vivimos un golpe perpetrado por una mínima facción del Ejército y que tuvo un insignificante respaldo popular. En los últimos días hemos visto cómo surgen por doquier indicios de manipulación del voto por correo, la mayor parte realizados desde el partido del Gobierno o de un partido que gobierna con el PSOE en Melilla y que ya tenía antecedentes en este mismo delito por los que su presidente cumple una sentencia firme.
No hay mayor amenaza a la democracia que la de no respetar la voluntad popular manifestada en las urnas. Eso sólo ocurre en las dictaduras. Y son demasiados los casos surgidos en las últimas horas que dan indicio de que eso está ocurriendo. Cómo saltó la Cadena SER el miércoles a contarnos que en Melilla también había alguien haciendo lo mismo para el PP sin poder aportar prueba alguna. Ésa es una muestra de la desesperación del PSOE. Desbordados por los acontecimientos intentan decir que pasa lo mismo en todas partes. Embarran el terreno para ver si no se nota su violación de la limpieza democrática. No parece que su intento vaya a llegar muy lejos.
No sé quién ha tenido la memoria para recuperar el video de Pedro Sánchez en las últimas elecciones autonómicas catalanas reivindicando el voto por correo como palanca de cambio. Elecciones, recordemos, que acabaría ganando el PSC-PSOE. Hubo un tiempo en que las hemerotecas se llevaban gobiernos por delante. Ahora pueden jugar ese papel las videotecas. Esta declaración ya debió despertar todas las alertas entonces. ¿Por qué no ir a la urna es más relevante para el cambio –o ahora para que no lo haya– que sí hacerlo? ¿En qué diferencia según Sánchez el resultado al votar por correo o al votar en la urna? A esto debería responder el presidente del Gobierno.
Es muy grave que por primera vez en nuestra democracia se esté cuestionando la limpieza del procedimiento. Que por primera vez se dude de que el partido en el poder, el que controla el nombramiento del presidente de Correos, esté manipulando ese voto. Eso no ocurrió ni en 1977, cuando el Gobierno de Suárez podía ser acusado de ser «franquista» –que en verdad era el origen político de casi todos sus miembros– y aun así ni socialistas ni comunistas denunciasen ningún intento de fraude mínimamente relevante.
Supongo que a estas horas Bolaños estará buscando por toda España alguien del PP a quien pueda mandar a la Policía a detener acusándole de haber comprado algún voto. Me sorprende mucho que a la hora de escribir estas líneas el jueves por la tarde todavía no haya ningún arrestado. Al PSOE sólo le queda la posibilidad de decir que eso ocurre en todas partes. Pero nunca hasta ahora se ha puesto en cuestión la limpieza de nuestra democracia como ha ocurrido en estas elecciones.
En los últimos días hemos escuchado que las campañas electorales no cambian mucho el sentido del voto durante las dos semanas que duran. En ésta no creo que los discursos o los debates electorales hayan tenido mayor influencia. Pero por primera vez lo más relevante puede ser la forma de comprar los votos. De comprar voluntades. La falta de pulcritud electoral. Quién nos iba a decir que a estas alturas íbamos a estar recordando las andanzas electorales de don Francisco Romero Robledo. Claro que dudo que haya un solo ministro de este Gobierno que sepa quién era Romero Robledo.