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Agua de timónCarmen Martínez Castro

Antes de que abran las urnas

La correlación de fuerzas entre PSOE y PP en voto municipal nos va a decir esta misma noche si estamos ante un cambio de ciclo en la política española

Es un tópico decir que todas las elecciones son importantes, pero es un hecho cierto que algunas elecciones son más importantes que otras. Las más interesantes son aquellas que anuncian o consolidan un cambio de ciclo político. Esta noche sabremos si estamos ante ese caso.

Los estrategas de Moncloa, lógicamente, van a poner el acento en el reparto de poder que salga de esta jornada. Su esperanza es que Podemos aguante allí donde es decisivo, que los restos caigan a su favor en unas cuantas circunscripciones y que esa lotería les permita mantener algunos gobiernos o poner a Collboni en el Ayuntamiento de Barcelona. Es la estrategia de control de daños que ayer explicaba Ana Martín en El Debate. Si así ocurriera, estaríamos ante el hecho paradójico de que los barones socialistas, críticos con el sanchismo y sus socios, acabaran salvando al presidente de la debacle que se anuncia.

El reparto de poder en gobiernos autonómicos y locales es importante, pero depende de pactos, que iremos viendo en los próximos días. Sin embargo, el gran valor político de esta jornada es conocer el balance que los españoles hacemos de estos cinco años de sanchismo. La correlación de fuerzas entre PSOE y Partido Popular en voto municipal nos va a decir esta misma noche si estamos ante un cambio de ciclo en la política española. En las municipales de 2019, los socialistas aventajaron a los populares en millón y medio de votos y siete puntos de ventaja; pocos meses después la victoria de Sánchez sobre Casado fue de ocho puntos. Desde entonces, salvo en Cataluña, el PSOE ha sido derrotado en todas las elecciones celebradas hasta ahora y ello a pesar de que en ningún caso llegó a las urnas engalanado con el rosario de irregularidades que hemos visto estos días.

Antes de que colapsara por la sucesión de escándalos, los socialistas ya habían perdido la campaña porque Sánchez fue un lastre para sus candidatos. Para disgusto de propios y regocijo de extraños, el presidente ocupó todo el espacio y al hacerlo, asumió el marco mental planteado por el Partido Popular, que era convertir estas elecciones en un plebiscito sobre el sanchismo. Estas elecciones van sobre Sánchez porque el propio Sánchez lo ha querido y sus candidatos no han podido evitarlo.

Las elecciones las pierden los gobiernos, pero a veces, también las pierde la oposición y lo que ocurra esta noche debe llevar a la reflexión entre los votantes de centro derecha porque es posible que comprobemos que Sánchez nunca hubiera llegado a la Presidencia del Gobierno de no haber mediado la división de ese gran bloque electoral en tres formaciones políticas distintas. Previsiblemente mañana solo quedarán dos y una de ellas con una posición hegemónica indiscutible.

Si esta noche se confirma la victoria del Partido Popular en las municipales, que sería la primera de carácter nacional desde 2016, también será el premio a su acierto a la hora de corregir a tiempo un liderazgo equivocado. El PSOE no lo supo hacer en su momento y puede que esta noche muchos lo lamenten.