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El astrolabioBieito Rubido

Lo que Madrid le enseña al PP

Cuando defiendes tus principios sin complejos, no necesitas a Vox y le ganas con amplitud a la izquierda

Dos preguntas me hago en este preciso instante en que se confirma que el PP le ha ganado estas elecciones al PSOE. La primera es si Sánchez habrá tomado nota del mensaje que los españoles le han enviado: deja de gobernar para las minorías y atiende al grueso de la población. La segunda, y para mí la más relevante, es la enseñanza que el PP de Madrid puede dar al resto de su organización. Cuando defiendes tus principios sin complejos, no necesitas a Vox y le ganas con amplitud a la izquierda. Quedan siete meses para las elecciones generales, siete meses para ahormar un discurso moderado pero firme y anclado en las ideas que han hecho victorioso a este partido. Defender la unidad de España, la libertad, la propiedad privada, el emprendimiento, el esfuerzo, el orgullo de pertenencia a un gran país, y dejar a un lado todas aquellas iniciativas tóxicas que paralizan y frenan a España y a los españoles. Ese debe ser el discurso del PP para que este cambio de signo se confirme, se afiance e incluso le permita gobernar con comodidad parlamentaria a partir de diciembre.

En diciembre, y no antes, serán las próximas elecciones generales. O poco conozco yo a Sánchez, o este se aferra a la Moncloa todo lo que pueda. Cada noche que el colchón del palacete monclovita acoja su sueño, una noche más para alimentar su narcisismo. Por eso no espero ningún rasgo de altura de miras de él; nos sorprendería. No habrá ni un solo rasgo de humildad ni la cesión a escuchar a la ciudadanía. Pero mientras él se cuece en su burbuja monclovita, la España real y de la gente de bien camina por otros senderos, mostrando el cansancio de ese sanchismo abrasivo que solo ha logrado una victoria en el día de ayer: alzaprimar a Bildu. Justamente por este hecho, vuelvo a insistirle al PP en que cuanto más firme se muestre en sus principios, más votos cosechará en las próximas generales.

Y mientras termino de escribir apuradamente estas líneas, me llega un mensaje a mi teléfono móvil: «¿Y Tezanos por dónde anda?».