La covid salió de Galicia
De todas las polémicas artificiales de los últimos años, la de acusar a Feijóo de convocar las elecciones gallegas en julio de 2020 es una de mis favoritas
De todas las polémicas artificiales que se han gestado en los últimos años, la de acusar a Feijóo de convocar las últimas elecciones gallegas para julio de 2020 es una de mis favoritas. Para defender el volantazo final de Sánchez y su adelanto electoral, las redes sociales del PSOE –y las de toda la izquierda que arde– han recordado con fingida indignación que los últimos comicios gallegos cayeron en un 12 de julio de hace ahora tres años. Alguien tendría que decirles (alguien que los quiera bien, no yo) que esas elecciones estaban programadas originalmente para el 5 de abril, pero que una inoportuna pandemia obligó a moverlas a los meses de verano.
Llama la atención que quienes presumen de Memoria Histórica no recuerden lo que pasó hace apenas tres años. Es algo que se estudiará en las facultades de Psicología, seguramente, como que no critiquen por lo mismo a Urkullu cuando las elecciones vascas se celebraron también ese 12 de julio. Pero, oye, que la realidad no te arruine un tuit ni un pacto con los nacionalistas que decantaron la moción de censura. Puestos a fabular, podrían haber dicho que el virus no salió de China, sino de la ría de Arosa.
Viéndolo ahora en perspectiva, qué no habrían dicho de Feijóo (y/o de Urkullu) si cuando morían españoles por miles hubiesen celebrado sus elecciones en otoño o invierno, impidiendo además una buena ventilación de los centros de votación. Basta con darse una vuelta por la hemeroteca para ver que ese día en Coruña hizo una temperatura media de 20 grados mientras que en San Sebastián se movieron entre los 17 de mínima y los 25 de máxima; unos registros perfectamente compatibles con la vida e incluso con salir a votar antes de irse de pinchos.
Viene todo esto a cuento de la reunión que mantuvo Sánchez este miércoles con su grupo parlamentario. Atiborrado de aplausos, nuestro eventual presidente situó en el trumpismo todo aquello que no es su socialismo fetén. «Bolsonaro o sanchidad», vino a decir, como una fotocopia mal hecha del «comunismo o libertad» de Isabel Díaz Ayuso.
La primera tara del mentiroso, o una de las más visibles según los expertos, es que tiende a pensar que todos los demás lo son. Solo así se explica que, después de decir con cara de viuda que «se van a inventar barbaridades» sobre ellos, el PSOE asegure en Twitter que Feijóo (y no Urkullu) celebró en julio unas elecciones por puro capricho.