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El astrolabioBieito Rubido

¿Dónde están los extremos?

Sánchez, inquilino actual de la Moncloa, el que duerme a pierna suelta en el colchón que pagamos entre todos, hace tiempo que abandonó la socialdemocracia

Cada uno habla de la feria según le va en ella, y cada uno ve el espectáculo de la vida desde la perspectiva que le da la ubicación de su butaca en el patio de la observación. Es especialmente llamativa esa circunstancia en la política española. Todo se ha desplazado hacia la izquierda y quienes se han ido hacia el extremo les reprochan a los demás su propio pecado. Veamos, por ejemplo, la posición de Sánchez en el espectro político. Él suele citar al PP como la derecha extrema y a Vox como la extrema derecha. Lo hace para descalificarlos sin aportar argumentación alguna. Es su estilo. Insulta y descalifica y, aunque eso puede excitar a sus seguidores, los votantes de ambos partidos no se sienten concernidos para tamaña descalificación. El adjetivo «extremo» se utiliza para señalar una distancia, para concretar la ubicación de alguien. En el extremo del campo, en un extremo de la clase, vive en un extremo de la ciudad… Aunque todo depende de la situación desde la cual se observa.

Europa vive bajo la influencia cultural norteamericana, al menos en algunos aspectos, y no siempre para bien. Por ejemplo, los norteamericanos consideran que Israel está en el Medio Oriente y China se encuentra en el Extremo Oriente. Para los europeos no debería ser esa la nomenclatura geográfica. Desde Europa, Israel se encuentra en el Próximo Oriente y China en el Medio Oriente.

Sánchez, inquilino actual de la Moncloa, el que duerme a pierna suelta en el colchón que pagamos entre todos, hace tiempo que abandonó la socialdemocracia y adoptó ideas y formas del comunismo chavista. Esa es la razón por la que desde su posición ideológica actual le parece que PP y Vox se encuentran muy alejados de su ideología. Ciertamente, lo están. Pero quien se deslizó hacia la extrema izquierda fue Sánchez, no Feijóo, que se mantiene en la moderación que cualquier manual de historia de las ideas políticas situaría en una centroderecha con inclinaciones socialdemócratas. Vox, de hecho, analizando con detalle sus propuestas, es una derecha conservadora. Podemos y Sumar representan el comunismo de la toda la vida, esa doctrina criminal que durante el siglo XX arrasó con más de cien millones de vidas. Bildu es abiertamente un grupo proterrorista, y esto no admite discusión. Ahora Sánchez se alía con todos ellos, enfanga e insulta, descalifica y no argumenta, y pretende que los españoles le compren sus arbitrarias reprobaciones a sus rivales políticos.

Sánchez, el político que más mintió, incluida su tesis plagiada, no ofrece razón alguna para ilusionar a los ciudadanos, salvo la polarización de sus potenciales votantes. Esa es su oferta.