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Post-itJorge Sanz Casillas

¿De verdad beneficia a Sánchez votar en verano?

El PSOE nos lleva a elecciones movido por un impulso ludópata. Tras perderlo casi todo el 28-M, han pedido otra tirada en caliente para jugarse a doble o nada lo poquito que les queda

En la mañana en que Pedro Sánchez anunciaba su adelanto electoral (debemos poner «su» porque la ocurrencia obedece a un cálculo estrictamente personal y no a un rapto de dignidad) un tertuliano de TVE definía la maniobra como «espectacular». Existe la creencia entre algunos cronistas políticos, atiborrados la mayoría de series tipo Borgen, de que Pedro Sánchez es un gran estratega. Y muchos creen que llevar las elecciones al 23 de julio le beneficia porque, a menos participación, más opciones de salvar los muebles.

Yo discrepo, y así lo pongo por escrito, por si me equivoco y los lectores de El Debate quieren hacérmelo saber el próximo 24 de julio: tengo serias dudas de que votar en verano, con su esperable aumento de la abstención, le venga bien a Pedro Sánchez.

De acuerdo con la encuesta que publicamos hoy, solo el 3,7 % de los electores potenciales de PP y Vox se declara indeciso, que es luego el que puede abstenerse o renunciar al voto por correo. Ese porcentaje, por contra, se sitúa en el 18 % entre los votantes de PSOE y Podemos. Es cinco veces superior. Por tanto, el argumento de que el calor perjudica al elector de derechas porque a finales de julio estará ya en Sancti Petri no parece demasiado científico.

Es cierto que es un incordio votar el 23 de julio y que una participación baja aprieta aún más los recuentos, pero todo apunta a que la diferencia entre PP y PSOE estará por encima de los 750.000 votos que ya le sacó Feijóo a Sánchez en las municipales. El eventual presidente nos ha llevado a elecciones por lo que podríamos definir como un «impulso ludópata». Es decir, tras perderlo casi todo en la partida del 28-M, ha pedido otra tirada en caliente para jugarse a doble o nada lo poquito que le queda.

Otro dato que se desprende de la encuesta es que, en el escenario más optimista, PP y Vox obtendrían 183 escaños. O lo que es lo mismo: se quedarían a tres de los conseguidos por Mariano Rajoy en 2011, cuando España tenía millón y medio más de parados (oficiales) y solo un partido a la derecha del PSOE. Por tanto, aunque el resultado parezca corto, tendría un mérito notable.

Por concluir: ni las prisas por resolver su futuro ni la «espectacularidad» de la maniobra impiden que Sánchez concurra a las generales con la derrota de mayo pintada en la frente. Ha pasado muy poco tiempo incluso para él, que lo fía todo a la mala memoria de la gente. Se la quiere jugar a la abstención y los números dicen que el votante con menos ganas de votar es precisamente el suyo. Él sabrá lo que hace, pero los números cantan.