Fundado en 1910
Perro come perroAntonio R. Naranjo

La rubita extremeña de Ussía

Hay Guardiolas buenos, maestro, y ahora siga con lo suyo, por favor, con el cuchillo siempre entre los dientes

A Ussía hay que leerlo como a Joaquín Vidal, que al parecer escribía de toros, aunque nunca nos percatamos. O a Umbral, que ponía «coño» muchas veces para hablar de un señor con bigote, subsecretario de Andares Bonitos.

Ocurre con unos pocos. No hace falta que tengan razón, que sepan de lo que escriben o que escriban de la reproducción del pingüino de Humboldt en cautividad, que nos interesa tanto como una intervención de Kim Jon Sánchez ante sus diputados y senadores, todos ya con cara de comida para perros.

Se les lee por disfrutar, por sonreír y por aprender, incluso cuando nos dan tres patadas en el íleon, aunque no sepamos dónde está el íleon. A mí me pasa con Manuel Rivas, gallego triste y melancólico, a quien daría el Premio Cervantes y un sillón en la RAE, aunque él encontraría razones para mandarme a un koljós a regar las fresas que boicotea el Gobierno de España, por párrafos como éste:

«La fragilidad de las luciérnagas, que van apagándose para siempre en la noche de Europa. La fragilidad del lenguaje. La fatiga de las palabras por el expolio de sentido. Las palabras que ya no quieren decir».

Hay que escribir con el cuchillo entre los dientes, u opositar si no a notario, y nadie que no esté dispuesto a rozar el límite merece un tiempo del lector ni una cuartilla en un periódico.

Ussía es el último clásico, el tipo poseído por Larra, Gómez de la Serna, Chaves Nogales, Azorín, Umbral, Baroja, Clarín, Camba, Pla o Gistau, de no habérsenos muerto el muy cabrón, que los agita a todos para hacer algo único.

Ahora ha escrito una cosa, titulada «La rubita extremeña», que ha molestado con razón a la rubita extremeña, probable presidenta de esa extraña tierra donde hay más funcionarios y parados que trabajadores, conocida por tener un AVE que puede ser atacado por los indios a pie, sin necesidad de caballo.

Sostiene el maestro que Guardiola, la rubita extremeña, va a dejar gobernar a Vara, el gordito extremeño, y que de ello hay que deducir que votar al PP de Feijóo es parecido a votar al PSOE de Sánchez, el partido único del Régimen que tiene ya a una termita como mascota oficial.

Lo cierto es que la rubita extremeña va a ser presidenta, salvo que la partan el íleon, y Feijóo lo será de España, salvo que lo prohíba Ussía. «Mis jefes son los extremeños, y ellos pidieron cambio. Las decisiones de Vara las toma Sánchez, las mías las tomo yo junto a los extremeños. Nuestra tierra no se gobierna desde Madrid». Son palabras de la rubita.

Probablemente el PP esté buscando, nada más, la mejor fórmula para retratar a Sánchez, que lo quiere todo sin ceder nada, para que pasado mañana los pactos necesarios con Vox no tengan por respuesta sanchista que había otras opciones pero la pérfida ultraderecha las desechó por alcanzar un orgasmo fascista.

La rubita sabe de política y quiere a Extremadura. Y a don Alfonso habría que darle el Príncipe de Asturias de las Letras, aunque como analista político, me lo sabrá perdonar, no distinga una rubita de una fenómena. Que hay Guardiolas buenos, maestro.