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El astrolabioBieito Rubido

El escándalo del PSOE en Maracena

En cualquier otro país un altercado político de estas características haría temblar al propio Gobierno central, que en esta ocasión está ocupado por el mismo partido de los secuestradores

Que la sociedad española está narcotizada y ya no reacciona ante casi nada lo demuestra el escándalo político de primer nivel que militantes del PSOE han protagonizado en la localidad granadina de Marcena. Secuestran a la concejal independiente, Vanessa Romero, y participan en la preparación del secuestro la alcaldesa, Berta Linares, y el número 3 del PSOE andaluz, Noel López. En el medio de todo ello, una trama de corrupción urbanística en aquel pujante pueblo. Es decir, que a la corrupción se le une violencia física y, en definitiva, violencia política. Y no ocurre absolutamente nada. Ni Sánchez se aprestó a ofrecer una disculpa. Es más, los vecinos de Maracena incluso votaron a esta opción del PSOE, favor vecinal que, aunque perdieron la mayoría, les supuso llegar hasta seis concejales.

En cualquier otro país un altercado político de estas características haría temblar al propio Gobierno central, que en esta ocasión está ocupado por el mismo partido de los secuestradores. Parece que privar de libertad a un político ejerciente puede pasar impune, ya no solo en lo penal, que espero que no, sino en lo político.

En Alemania se dimite por plagiar un párrafo de una tesis doctoral. En el Reino Unido un primer ministro deja su cargo por mentir. En Francia te procesan y meten en la cárcel por agredir físicamente a una persona de ideología distinta en el transcurso de una discusión o debate. Con esta izquierda radical que representa Sánchez y con la extrema izquierda comunista que actúa de muleta del actual Gobierno, en España se puede hacer de todo: plagiar tesis, mentir, falsear datos, agredir físicamente, secuestrar… y no pasa nada.

La impunidad con la que se mueven ahora mismo los políticos en nuestro país es una de las mayores evidencias de la enfermedad social que padecemos y muestra claramente la urgencia que tenemos por abordar una regeneración moral. Una comunidad que consagra el delito sin castigo está herida de muerte. Todos los que a lo largo de la historia reflexionaron sobre la violencia y la impunidad concluyeron que la fogosidad fanática y sectaria solo la ejercen los incompetentes, que se guarecen en la exención de castigo que dictan magistrados comprados. Echen un vistazo a nuestra patria y entenderán la aflicción que hasta aquí rezuma el presente comentario.