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HorizonteRamón Pérez-Maura

Sánchez, la ley y su arco del triunfo

No hubiera estado de menos que en el PP le hubieran dicho con claridad que su propuesta de seis debates es ilegal. Y proponer violar la ley es mucho más que «una excentricidad»

Cuando un político hace una campaña electoral basada en ocurrencias, es evidente que las cosas le van muy mal. Y Sánchez se ha convertido en el rey de las ocurrencias, de las salidas disparatadas. Pero yo creo que el PP y su portavoz, Borja Semper, se equivocan al minimizarlo como «una excentricidad». La propuesta de Pedro Sánchez de hacer seis debates va mucho más allá de una excentricidad.

A mí me parece una idea temeraria la de creer que se puede someter a la ciudadanía a seis sesiones de debates, con lo enfadada que ya está la mayor parte de la sociedad con la fecha escogida para las elecciones. El efecto puede ser contrario para ambos candidatos. Pero el mayor riesgo es para Sánchez. Porque el rechazo que genera en la población es altísimo y su credibilidad más que escasa. Todos los españoles saben que no tiene palabra y así es muy difícil presentarse ante tus potenciales votantes. Pero también es evidente que él necesita disponer de la televisión para hacer campaña porque no puede salir a la calle: dudo que pueda andar 20 metros en ninguna avenida de España sin que lo acosen verbalmente.

Al no tener palabra, es evidente que sacarle a relucir sus contradicciones tiene poca utilidad. Pero al menos se pone de manifiesto lo desesperado que está. Él siempre defendió que pudieran participar en el debate todos los candidatos. Que es una forma de hacer el debate inútil. Porque lo único que pueden hacer los diferentes contendientes en la disputa oral es ir soltando sus parrafadas sin poder contestar a todos los demás. En las elecciones de mayo en Madrid tuvimos un buen ejemplo con el debate de los candidatos autonómicos: fue un todos contra Díaz Ayuso. Y en esas circunstancias, ella hizo lo único que podía hacer: ignorar todo lo que le decían. Es decir, no se debatió.

En este sentido, efectivamente sería mucho más práctico y propio de una democracia algo más madura el que hubiese un debate a dos, donde se puede replicar lo dicho por el interlocutor. De hecho, los debates electorales en televisión son un invento norteamericano que surgió en la campaña de Kennedy y Nixon en 1960. Y sólo en una ocasión ha habido allí un debate con tres candidatos: la campaña de 1992 en la que el presidente Bush padre era retado por Bill Clinton y en la que irrumpió el independiente Ross Perot. El que fueran tres candidatos le costó la Presidencia a Bush.

Para mí, la única lástima de que no haya seis debates es que Sánchez propuso que se celebraran en los seis medios de comunicación principales del país. Ya me gustaría a mí haber podido saber cómo acordaban PP y PSOE cuáles serían esos seis principales medios. En todo caso resulta bastante evidente que quien intenta tácticas desesperadas como las que está promoviendo Sánchez tiene que estar muy angustiado. Sin duda se sabe perdedor. Y tiene que saber que está enfureciendo a sus potenciales aliados de Sumar y Podemos, que se ven marginados.

Pero lo más relevante de esta propuesta, donde más me sorprende que el PP no haya contestado con más vehemencia es en el principio de saltarse la campaña electoral. La campaña son, por ley, dos semanas, no seis. Y sólo se puede pedir el voto en campaña. Esto está perfectamente definido en la Ley Orgánica del Régimen Electoral General de 1985 que en su artículo 50.1 establece que hasta el comienzo de la campaña electoral sólo se puede hacer campaña institucional y en el 50.2 especifica que las actividades destinadas a la captación de votos, entre las que incuestionablemente está un debate, sólo pueden tener lugar durante la campaña electoral que según el artículo 51.1 «comienza el día trigésimo octavo posterior a la convocatoria» y según el artículo 51.2 «dura quince días».

Así que, una vez más y como es el estilo habitual del candidato presidente, su deseo es pasarse la ley por el arco del triunfo. Y no hubiera estado de menos que en el PP le hubieran dicho con claridad que su propuesta es ilegal. Y proponer violar la ley es mucho más que una «excentricidad».