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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Querida Irene María…

Repite conmigo: los empresarios crean empleo, el sexo biológico existe y los que no piensan como tú no son fascistas

Querida Irene María, dentro de un par de meses probablemente tu móvil comenzará a dejar de sonar. También habrás de apearte de la berlina oficial, que tan grata te resultaba, y pillar un taxi, o el metro, como hacemos todos. A tus 35 años iniciarás una nueva vida profesional, al estilo de tu Pablo Manuel, como tertuliana-polvorilla, presta a soltar el exabrupto más grueso en las teles encarnadas (que se volverán locas en cuanto caiga el sanchismo, al igual que los sindicatos, hoy en estado de catalepsia subvencionada).

Irene, tu problema fue muy sencillo: trepaste por vía sentimental a unos cargos que en un estado lógico de la política jamás deberías haber ostentado y además abusaste de tu posición haciendo gala desde el poder de una empanada ideológica hiriente.

No se entiende tu permanente rencor, tu rabia sectaria, que no se corresponden con la historia de tu familia, ni con tu probada querencia por el confort burgués. Tus padres formaron parte de esa clase media que apareció en la etapa de Franco y que luego siguió prosperando con éxito y laboriosidad durante el exitoso reinado de Juan Carlos I. Tu padre salió de un pueblo de Ávila, empezó de mozo de cuerda y con su esfuerzo y visión acabó creando una empresa de mudanzas. Una historia ejemplar, la de tantos españoles que con su trabajo aprovecharon las posibilidades de una economía de mercado. Fruto de su esfuerzo, a su muerte heredaste varias propiedades (que por supuesto no donaste a las mujeres de Chiapas, o a la causa trans-LGTB, o al partido).

Irene, el cuento se está acabando. Subisteis como un globo de gas, inflado por los malos humos de la resaca de la crisis de 2008. Los ecos de la explosión subprime reventaron nuestra burbuja inmobilaria y se llevaron por delante las cajas de ahorros y muchos bancos. El batacazo se tradujo en una ola de ERES y pequeños negocios cerrados. Personas que se vieron arrolladas por aquel tsunami económico acumularon una lógica y justa rabia. Y entonces aparecisteis vosotros, con tu pareja okupando de sol a sol la tele colorada, aquella a la que Sorayita dio luz verde en la idea de que partiendo la izquierda en varias marcas desinflaría al PSOE (como así fue, pero sin calcular que ese cuasi monopolio de la televisión zurda machacaría a su partido y serviría además para intentar instaurar un pensamiento único «progresista»). Mucha gente magullada por la economía os votó. Era como desahogarse arreándole una patada en la espinilla al sistema. Pero tras vuestras voces críticas no había nada: solo más y más rencor y una pasmosa ineptitud y gandulería.

Ibais a asaltar los cielos. Pero en cuanto os apoltronasteis enseguida resultasteis fieramente humanos: peleas internas con duelos de egos, con tu promotor y pareja rompiendo con el flaco Errejón para promocionarte a ti; comunismo con dacha en Galapagar; rápido gusto por la pompa y el Falcon; insultos y difamaciones hacia los adversarios; complejo de superioridad y una torpeza inédita a la hora de lidiar con asuntos jurídicos y administrativos. Erais como los «Gremlins» de aquella vieja comedia, jugando a destruirlo todo por gentileza del débil Sánchez, que os necesitaba como uno de los tornillos de su inestable poltrona.

Adiós, Irene. Y ahora, anota conmigo:

–Los empresarios crean empleo, no son el enemigo del pueblo.

–Hay que respetar la acción independiente de la justicia y no tachar de fachas a los jueces que no emiten sentencias a tu dictado.

–España es un viejo y extraordinario país, y no un invento de Franco para chinchar a Podemos.

–El sexo biológico existe. Todo indica que tú eres una tía y Pablo Manuel, un tío.

–El aborto no es ninguna fiesta de la mujer, como parecíais sugerir. Es un terrible fracaso y supone la eliminación de un ser humano.

–El movimiento gay es minoritario, no mayoritario como pretendíais vosotras en el Friki Ministerio Village People.

–Los que no piensan como tú no son fascistas.

–La familia tradicional, y no los 16 tipos de familias de tu colegui Ione, supone la mejor argamasa para forjar sociedades armónicas y felices.

–Venezuela y Cuba son dictaduras asquerosas e ineficaces, aunque os diesen unas perrillas para arrancar con el tinglado.

–No se puede pastelear con el partido de ETA y con los golpistas catalanes y despreciar a vuestro propio país. Así habéis acabado en las urnas.

–No se puede jugar a legislar cuando no tienes ni idea, porque puedes acabar cargándote la presunción de inocencia y hasta dando premios penales a un millar de violadores, como ha sido tu caso.

–No se puede difamar gratis a la gente, lección que te acaba de impartir el Supremo condenándote por hacerlo, último borrón en tu penosa hoja de servicios.

En resumen: abur, suerte en la tele y mucha tila.