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Al bate y sin guanteZoé Valdés

Espejeras

Ése será el verdadero espectáculo de estas elecciones, contemplar cómo se desguazarán entre ellos, cómo se depredarán estos dos con tal de ostentar el poder de los soviets

Si sólo fueran esos pechos caídos que rozan el ombligo y que se le marcan debajo de una blusa ligera de verano, si sólo fuera porque sabiéndose provocadoramente ridícula ella marcha con la espalda recta, sin ajustadores, o sostenedores, pisando fuerte y de frente, nariz de tucán, orgullo mamario en ristre.

Si sólo fueran las espejeras que deben nacerle entre piel y carne ondulante, con su respectivo mal olor provocado por este naciente salpullido de verano de los mil demonios, aroma emanado del grajiento sudor.

Si, en resumen, sólo fuera la imagen que quiere brindar, y la que en verdad proyecta, no impondría la repulsión con la que consigue intimidar, el rechazo que siembra, lo que ella por el contrario presiente como poderío.

Aquella se ha ido, tumbada por esta, ¿podemos respirar aliviados?

De ninguna forma, ésta es tan mala o peor como la que ella misma ha derribado de un tajo, después de decir que la quería y consentía hasta morirse de ternura por Irene.

Ésta lleva en la melena una especie de esponjosa suavidad que al descubrirle el perfil de púa se transforma en el vivo retrato del engaño, de la mentira, del trampantojo.

Sí, es el trompe-l’oeil que logró siluetearse mediante modelos agraciados de ropa, bajo tintes rubios de pelo antes grasiento, frases aniñadas, más bien ñoñas, gestos vaporosos, cual boxeadora que anhela devenir prima ballerina assoluta, en un charco para cuervos, y no en un lago de cisnes.

¡Quién la vio y quién la ve! Irreconocible, en su buen andar ñangareta (comunista en cubano). En su aspecto de tiñosa depredadora.

Hay que observar también cómo en un santiamén le han inflado el curriculum vitae de la Wikipedia rojeta, en varios idiomas, como si la Stalin Society y George Soros se estuvieran ocupando de ella meticulosa y directamente, por si les falla el Pedrusco, puedan enseguida colocar a la Yolandeja, y que sea por fin por lo que ella quiere pasar a la historieta: la «primera presidenta de España». Esta gente todavía no se entera que presidente no se feminiza.

O sea, la primera presidente de España que logrará finalizar lo que el torvo necio empezó: romper España del todo.

Señalo no sin preocupación profunda: no nos descuidemos de ésta, fantoche ambicioso. No es momento para descuidos, no se descuiden de la que empezó siendo pelele, y ya es la Concha Pérez de Pierre Louÿs, claro, sin procedencia de escenario andaluz, sino gallego, al igual que el padre de su venerado Castro.

Ojo, que la están batiendo como el merengue, con tal de colocarla de adorno principal en el narcocake letrinoamericano del Grupo de Puebla, y de los narcogrupos que hagan falta. Recuerden el morreo con Lula, que tanto lo incomodó, y el morreo al que está presta con quien se le ponga de turno…

En ese historial de la Wikipedia ensangrentada no aparece, por supuesto, la cantidad de veces que ha pisado por encima de los que ella misma adoró, allá en su amada Galicia, estropeándolos y aplanándolos luego, aunque sólo sea para poner de ejemplo frente a lo que ha hecho recién con su antigua y también adorada compañera, la camarada Montero. La que otrora fuera espejera de sus espejeras, la carnal toda mismirrimísima ella, que dirían los mexicanos.

Es que son todas algo así un auténtico primor, de cariño y odio; aunque esta es la que más odia y mejor actúa lo contrario, perversa detrás del visillo de sonrisilla falsa que se ha cosido a la boca esa tan desastrosa que luce.

El fatuo lo sabe, la conoce muy bien, le han prevenido de que pudiera destronarlo. Y ése será el verdadero espectáculo de estas elecciones, contemplar cómo se desguasarán entre ellos, cómo se depredarán estos dos con tal de ostentar el poder de los soviets.

Nosotros, a votar por España y por la libertad, que significa deshacerse de tan abominables ratas.