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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Zapatero

El expresidente se ha convertido en el principal respaldo de Sánchez. Y ambos juegan con las mismas mentiras, trampas y bochornos

De la desesperación de Pedro Sánchez en una campaña que librará con medio PSOE poniéndole zancadillas y deseando su hundimiento da cuenta un hecho insólito: Zapatero, el presidente que lo fue gracias al 11M y dejó de serlo al arruinar España y esconder su déficit real, va a ser uno de los grandes reclamos del candidato socialista.

Que la memoria sea débil no es un axioma inquebrantable: de Zapatero se tiene imborrable recuerdo como responsable e inductor de la agresión institucional, moral, política y económica que sus hijos putativos, el propio Sánchez y Pablo Iglesias, han elevado hasta extremos insólitos e impropios de una democracia occidental.

Si Zapatero, el que utilizó un atentado para dar la vuelta a los pronósticos electorales; el que hundió la economía española como nadie hasta el advenimiento de Sánchez; el que resucitó la dialéctica guerracivilista y el que, entre tantos otros estropicios, estrenó la ingeniería social que hoy perfeccionan sus herederos; es la mejor baza del presidente en ejercicio, sus opciones de repetir deben ser similares a las de la Ponferradina de ganar la Copa de Europa.

Su invocación para mítines, entrevistas y todo tipo de actos desvela, sin embargo, la naturaleza de Sánchez, que inició su mandato purgando todo atisbo del zapaterismo y lo va a coronar entregado a los brazos de Zapatero: solo le queda la crispación, la dinámica de bandos, la recreación de las dos Españas y el choque social. Y para eso, Zapatero es el mejor.

Su encuentro con Carlos Herrera en la Cope estrenó esa apuesta sanchista por servirse de su hermano mayor para movilizar a un presunto electorado descontento. Y evidenció la ausencia de límites del personaje al arrogarse, con infinita chulería, nada menos que la desaparición de ETA.

La fábula sanchista presenta a España como un país económicamente puntero, pese a que todas las estadísticas sin cocina ni adornos demuestran lo contrario y presagian un crudo invierno por varios años. E incorpora, también, un historial de servicios a la patria iniciado con la implantación de una República idílica y rematado con una derrota socialista del terrorismo; dos hitos conectados por el mismo hilo conductor y destrozados, en ambos casos, por la pérfida intervención del fascismo.

Que ese relato sea tan simple como falso lo hace especialmente peligroso, pues nada es más fácil de digerir que la comida o el pensamiento basura, capaces de simplificar espuriamente circunstancias muy complejas para garantizar su ingesta por los más renuentes al esfuerzo intelectual.

La verdad, y harían bien los partidos de la oposición en entender que con Zapatero y Sánchez no existen las reglas del juego ni las líneas rojas ni el respeto, es que mienten sobre la economía, maquillando las estadísticas u ocultando el déficit real en un cajón.

Y mienten sobre el terrorismo, con Zapatero como embajador de una falsedad monumental que Sánchez hace suya para esconder su matrimonio indigno con Bildu.

El propio jefe de ETA y hoy dirigente de Sortu, David Pla, lo dejó claro hace un par de años en una entrevista en TV3: la banda terrorista tenía pactada una hoja de ruta con Zapatero, que seguramente impulsa ahora el blanqueamiento de Bildu y la liberación paulatina de etarras, y al marcharse del Gobierno eso se paralizó.

ETA se disolvió porque estaba derrotada, por sus mil muertos y los poderes democráticos del Estado. Zapatero no sólo no la venció, sino que dejó plantada la semilla de la resurrección de su brazo político, que hoy riega por manteo y sin pudor su sucesor, con la misma desfachatez y falta de respeto a la memoria que su ínclito padrino político.