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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Paco, el inmoral delegado de Sánchez

Sánchez dando el pésame a Otegi por la muerte de un etarra, Zapatero ponderando lo buenos que han sido por dejar de matarnos, Marlaska acercando a los pistoleros a casa, y Paco humillando al Estado

Francisco Martín, para los amigos (de Bildu y Esquerra) Paco, es un socialista de la factoría de Félix Bolaños, es decir, la incansable fábrica de decir y hacer tropelías. Fue jefe de Gabinete del ministro exhumador de Franco, y por tanto se encargó de toda la logística de la pantomima sanchista en el Valle de los Caídos, perdón, de Cuelgamuros. A este sujeto, que cuando corrió el escalafón y el jefe Félix fue ascendido a ministro de En tu fiesta me colé, se le ocurrió ayer subir la apuesta de las vilezas de este Gobierno elogiando la contribución de los herederos de ETA y de los independentistas de ERC al bien de los españoles, en contraposición –sostuvo– a los «patrioteros de pulsera» de Vox y el PP.

El hoy delegado del Gobierno en Madrid, y por tanto jefe de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la capital de España –sede del sanguinario comando Madrid–, tendrá que explicar bien a los policías y guardias civiles cuál ha sido exactamente la contribución de los asesinos de ETA a su bienestar, al de todos. No sé si le será fácil contarle que cuando ponían bombas o disparaban en la nuca de un agente que velaba por nuestra seguridad, estaban poniendo las bases de la prosperidad de España. El tal Martín también deberá detallar esa generosidad derrochada por los hombres de Junqueras, dando un golpe de Estado contra las instituciones democráticas, intentando destruir nuestra nación y finalmente zafándose de la cárcel como pago del presidente del Gobierno a sus votos en el Parlamento. Ya de paso, les tendrá que contar las razones por las que el Ejecutivo del que forma parte ha ninguneado a las víctimas del terrorismo (506 de los 829 asesinados por la banda eran miembros de nuestros cuerpos de seguridad) y abandonado a los catalanes acosados por los separatistas. Quizá porque esa actitud es perfectamente compatible con el «patriotismo» de Otegi y la entrega a España de Junqueras. Si Arnaldo estaba bronceándose en la playa mientras pegaban un tiro a Miguel Ángel Blanco, por qué el ariete de Sánchez en la Comunidad de Madrid no se va a vanagloriar de la grandeza de ánimo de ese hombre de paz.

La ignominia no puede ser mayor: de los que han mirado para otro lado mientras Bildu incluía 44 terroristas en sus listas, ahora llega imponer a los españoles el relato, de labios de un alto responsable del Gobierno socialista, sobre los excelsos méritos de Otegi por aprobar los presupuestos Generales a Sánchez o por apoyar los estados de alarma que, por cierto, fueron reprobados por el Tribunal Constitucional. Francisco Martín, que ayer balbuceó una aclaración que no fue tal, ha llegado a la cima de la más alta inmoralidad que se despacha en política. En el desayuno informativo donde dijo tales desafueros y tras el cual debería haber sido cesado fulminantemente, fue presentado por Grande-Marlaska, un ministro que, si no le ha reprobado, es porque comparte tales barbaridades. Allí estaba también la presidenta del PSOE, Cristina Narbona y su valedor, el titular de Presidencia, Bolaños. Silencio y ovaciones a una canallada de un partido que un día fue de Estado.

Sánchez dando el pésame a Otegi por la muerte de un etarra, Zapatero ponderando lo buenos que han sido por dejar de matarnos, Marlaska acercando a los pistoleros a casa, y Paco humillando al Estado. Este es el rastro que nos deja cinco años de Pedro Sánchez. Y luego el problema es que Vox esté en las instituciones. Llegar al 23-J se nos va a hacer muy largo.