Degenerando
Vuelven al antifranquismo, del que nunca fueron capaces de salir por completo, vuelven con Bildu, y vuelven con el desprecio a la bandera nacional, al patriotismo español, como si fuera una tara, una vergüenza
Hay algo de culminación de ciclo o de cenit de la degeneración en los elogios del delegado del Gobierno a Bildu y su desprecio a PP y Vox y a todos los españoles patriotas. Porque esto viene de lejos, de muy lejos. Yo misma abandoné la militancia del Partido Socialista de Euskadi precisamente por esto, por aquellas dificultades del socialismo para separarse radicalmente de los grupos antifranquistas que demostraron con el tiempo su esencia antidemocrática, comenzando por el brazo político de ETA. Lo que iba acompañado por sus problemas para aceptar plenamente el patriotismo, con aquellos complejos y miedos para exhibir la bandera nacional en el País Vasco, cuando nos manifestábamos contra ETA, o en las instituciones, o en la vida cotidiana. Lo conté en mi libro Diez razones para ser de derechas, cómo la jovencita de izquierdas y antifranquista se hizo de derechas.
Lo triste es que el tiempo no ha curado el problema del socialismo con sus complejos antifranquistas, con su incapacidad para hacer una completa transición a la democracia. Porque sería inconcebible en cualquier democracia una declaración de un responsable político alabando al antiguo brazo político de un grupo terrorista de extrema derecha que aún no ha condenado el terrorismo. Pero sigue ocurriendo con el antiguo brazo político de una banda terrorista de extrema izquierda e independentista que nació en el franquismo. He ahí el origen de este proceso degenerativo que culmina con el sanchismo.
Comenzó en los finales de los setenta y en los ochenta con la incapacidad para rebelarse contra ETA. Pareció reformarse en los noventa con los movimientos sociales antiterroristas en los que participábamos votantes de izquierdas y de derechas, pero algo fallaba, y la incomodidad de tantos por exhibir la bandera nacional en las manifestaciones contra ETA era solo una muestra, pero esencial. Era la bandera por cuya defensa ETA te perseguía y te asesinaba, pero algunos socialistas se avergonzaban de ella.
Y en los 2000 llegó Zapatero y su negociación con ETA, y con aquella frase de que una, Rosa Díez, era el pasado, y la otra, Ione Goirizelaia, la abogada batasuna, era el futuro. Eso sí que era blanqueamiento del brazo político de ETA. Pero no era solo Zapatero, era y es todo ese amplio espectro de intelectuales y periodistas de izquierdas y su nauseabundo y antidemocrático discurso de que la derecha vivía mejor con ETA, de que la derecha no deseaba la derrota de ETA. Lo siguen diciendo, pero es que lo decían también cuando ETA mataba, para justificar y apoyar la negociación con los terroristas. Había que integrar a etarras y proetarras, decían, mientras nos llamaban extremistas e intolerantes a quienes defendíamos los principios democráticos.
Hasta el cenit del proceso degenerativo que es Pedro Sánchez y ese delegado del Gobierno, Francisco Martín, que es su perfecta representación. No todo el socialismo es eso, pero sí el que manda ahora. Se abrazan al antiguo brazo político de ETA, sin que se hayan arrepentido ni condenado el terrorismo. Vuelven al antifranquismo, del que nunca fueron capaces de salir por completo, vuelven con Bildu, y vuelven con el desprecio a la bandera nacional, al patriotismo español, como si fuera una tara, una vergüenza. Cómodos con los extremistas antiespañoles, incómodos con la bandera nacional y la patria.