Egotevé
Lo que nos queda todavía no es juego, pues este personaje va a rendir más en todo un mes que en los cuatro años de gobierno
Después de haber gobernado durante cuatro años sin apenas aceptar entrevistas televisivas, resulta que ahora Pedrusco, el Ególatra, se tira de cabeza y sin capa con la intención de copar con su presencia todas las televisiones.
Doce o más días desaparecido después de las elecciones municipales y autonómicas –seguramente rumiando agazapado su amargura– y después de varios tratamientos terapéuticos y alisamientos del cráter de concreto que tiene por cutis, por fin Su Pedrusquidad descenderá a tierra a codearse lo mínimo con los simples mortales, y concederá desde su soberbio estrellato, entrevistas a los plebeyos periodistas sopla solapas.
Cuenta el vulgo que ha aceptado ir con Carlos Alsina (allí sólo hizo disculparse, insultar a los otros candidatos y a sus votantes, y por el contrario afirmar que es a él a quien se le insulta, como el sinvergüenza que es), con Pablo Motos, a El Hormiguero (sí, ahí donde cada semana lo ponen a parir, como se merece, lo que casi seguro esta vez no ocurrirá), y con ese señor que se asemeja más a un pujo de un pedo de yegua, del que cada vez olvido el nombre, porque tampoco es su nombre verdadero, digo, pues él va como de artista extranjero.
Por tal de aparentar, en la tele, Pedrusco Antoñete es capaz de ir a Tu cara me suena y hasta a La Voz Kids, y de quitarle el primer premio a cualquiera de esos niños, quienes, por supuesto, han probado sobradamente que poseen más talento que él. Bueh, cualquiera tiene más de todo que este sujeto.
Supongo que como se ha hecho de rogar, los periodistas se muestren más ovejunos que nunca y le permitan relinchar todo lo contrario a lo que de verdad piensa, que es lo que siempre hizo, y por lo que gobierna, sin alterarle una coma a su discurso pactado de antemano, ¿cómo sino?
Es más, pudiera inclusive suceder que ese canal perdido vuelva a retomarse, el 7, o la 7, algo así (mi abuela siempre decía que lo único que jamás debía uno perder era el 7) y le cambien el nombre por EgoTevé, en su honor, o mejor, Pedrusquetevé, que iría más con su careto de cemento armado.
Confieso que hoy no lo he tenido fácil al escribir esta columna, sí, porque dudaba entre lanzarle un cambolo al Pedrusco, o un fuetazo a Macron, otro que es un sin vivir. No dudo que lo del latigazo le habría encantado.
Emmanuel, o Manu –cuidado que no le gusta que le traten con cariño–, en fin, Macron, ha recibido más criminales en una semana que la cárcel de Alcatraz. Primero, el asesino mandatario chiíta iraní, Ebrahim Raïssi, que también pasó por Cuba, a darle órdenes a los Castro-Díaz-Canel, luego recibió al príncipe saudí Mohammed Ben Salmane, el mismo que, comentan, mandó a matar al periodista Jamal Khashoggi, el que ya no le importa a nadie, porque entre solucionar el crudo (petróleo) y la guerra en Ucrania, pues primero el crudo; al parecer también recibirá a CastroDíaz-Canel la semana próxima, a quien desde luego, faltaría más, Bergoglio le dará la bienvenida en el Vaticano, me imagino que para arreglar cuentas (bancarias).
Macron es otro forofo de la televisión, le encanta aparecer en la pantalleja, y últimamente si es con asesinos todavía más.
Tuve que recordarle vía Twitter que, pese a que respondió a mis numerosas cartas acerca de los presos políticos cubanos, 1.179 actualmente, entre ellos buen número de menores, y sobre el sufrimiento de sus madres, de la situación en general en Cuba, que fue invadida durante treinta años por los soviéticos y todavía sigue viviendo bajo las secuelas de aquella invasión y en el comunismo, que hoy esos soviets regresan como oligarcas dueños otra vez de la isla de la mano de Putin, convirtiendo así a Cuba en cómplice de una guerra que el mismo Macron supuestamente quisiera terminar de una vez… o ha reaccionado de forma coherente. ¿Ustedes me respondieron? Así lo hizo él. Eso sí, no vean la carita de niño bueno que pone en las televisiones, tanto que dan ganas de abofetear la pantalla siempre que aparece.
Lo mismo me sucede con el Pedrusco, ahí donde lo veo no sólo me entran unas ganas temibles de agalletearlo, también de comprobar palpándole esos huracos espantosos como de asfalto mal pavimentado, si debajo de esa piel hay un humano, un robot, o cosa. Más bien creo que cosa, o sea, roca de acantilado, aunque lógico que sin el lirismo de Los acantilados de mármol de Ernest Jünger.
En fin que lo que nos queda todavía no es juego, pues este personaje va a rendir más en todo un mes que en los cuatro años de gobierno, y ya sabemos que lo que sale en la televisión española no se queda en Las Vegas, sino que se multiplica de manera infame. Que Dios nos coja confesados, y a algunos arrepentidos, de verdad y para siempre.