Bildu y los otros vascos
El tener un estatuto de autonomía que les da un grado de autogobierno superior al del Estado Libre de Baviera o el de la República de California les sigue pareciendo insuficiente a partidos como Bildu
Déjenme que les cuente una anécdota aparentemente menor. Desde hace años paso parte de mis vacaciones y algunos fines de semana en Anglet, la localidad que separa Biarritz de Bayona. Puro País Vasco francés. Conozco a muchos locales que se sienten profundamente vascos, y por ello, franceses por encima de todo. Incluso los que hablan vascuence. El vasquismo en Francia es ante todo una identidad cultural, pero con ninguna relevancia política. Lo que no deja de ser sorprendente. Lo lógico sería que los independentistas como Bildu también tuvieran implantación en el lado francés de la frontera, pero su arraigo político allí es absolutamente marginal.
El pasado sábado tuve una experiencia singular. Yo siempre acudo a la Misa dominical en la iglesia de Santa María, en el barrio de la Chambre d'Amour de Anglet. Esta iglesia continúa la misión de la capilla construida a unos 100 metros de distancia en 1867 por iniciativa de la Emperatriz Eugenia de Montijo, que se convirtió en parroquia en 1921 y lo siguió siendo hasta que en 1932 se construyó esta iglesia de Santa María. El sábado fui a oír la Misa de víspera a las 19,00. Lo hice bajo un verdadero aguacero que probablemente provocó una asistencia de feligreses muy inferior al número habitual. Y me encontré por primera vez en la última década con un cura diferente al que he visto tantas veces. Un hombre alto, con muy buena presencia.
Al empezar a oficiar la Misa descubrí que su francés tenía un marcado acento español. Incluso superior al que tengo yo. No es lo habitual, pero no le di más importancia. Mi sorpresa llegó cuando al ir a rezar el padrenuestro, nos pidió que ayudados por la hoja parroquial donde aparecía el texto, lo cantásemos en vascuence. Desconcierto entre la feligresía. Apenas cuatro o cinco personas de entre las cuarenta o cincuenta presentes cantaron algo francamente desafinado con un resultado penoso. Ni siquiera el propio oficiante cantó. Lo acontecido fue tan pobre que el sacerdote se sintió obligado a pedir, tras terminar el «desentone» que rezáramos el Padrenuestro en francés. Y ahí entramos todos.
Sospecho que este nuevo sacerdote creía que se estaba ganando a sus feligreses al promover el vascuence, pero se llevó la sorpresa de que ahí se reza en francés. Y me hizo pensar en lo que vemos en nuestras provincias vascongadas. Cómo se ha politizado la identidad cultural, cómo los bilduetarras han penetrado la Iglesia, cómo el tener un estatuto de autonomía que les da un grado de autogobierno superior al del Estado Libre de Baviera o el de la República de California les sigue pareciendo insuficiente a partidos como Bildu. Pero ese fallido Padrenuestro en vascuence me trajo el consuelo de que Otegui no conseguirá la independencia mientras en Francia no los acompañen. Por más que Sánchez haya convertido a los del pasamontañas en unos luchadores por la libertad, como evocaba Alfonso Guerra el martes en Madrid, su cosecha en una tierra tan vasca como la del otro lado de la frontera, sigue siendo muy pobre. Y eso es algo que los españoles de bien tenemos que agradecer a la República Francesa.