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El puntalAntonio Jiménez

«Manca finezza»

Los votantes de ambos partidos se preguntan por qué puede resultar, en palabras de la izquierda sanchista y comunista, menos legítimo y presentable que el PP acuerde con Vox a que el PSOE lo haga con Podemos e incluso con ERC y Bildu

La necesidad no debe estar entre las virtudes de los negociadores extremeños de PP y Vox a la vista de su incapacidad para abordar un pacto de legislatura; sustituir el Gobierno socialista de Fernández Vara y no abocar a Extremadura, como han hecho de momento, a una repetición de las elecciones que es el abismo político al que se han asomado tras entregarle a los socialistas la mesa de la cámara regional.

Digamos que PP y Vox no han estado a la altura de sus electores cuyos votos persiguen el objetivo común de borrar la huella política del «sanchismo».

En Extremadura han sobrado personalismos y ha faltado la lógica política que han impuesto las urnas: el PP podría gobernar la región si cuenta con la fuerza política que puede, a su vez, otorgarle la mayoría que necesita. Cuanto antes asuma María Guardiola esa realidad y se convenza de ello podrá ser presidenta de la Junta y evitar unos nuevos comicios. También pudiera darse la circunstancia de que Vox admitiera su posición minoritaria dentro del bloque de centro-derecha, aflojara el pulso, y aceptara firmar un pacto de legislatura con todos los asuntos de interés ciudadano que comparten y dejara gobernar en solitario al PP .

En los primeros compases de la Transición visitó España el siete veces primer ministro de Italia, el viejo zorro democristiano Giulio Andreotti, quien fue preguntado sobre la complicada, incierta y tensa situación política de nuestro país. Su respuesta fue concluyente: «Manca finezza».

La política española adolecía de finura, astucia, sutileza, elegancia, discreción y sobre todo de grandeza. Esa grandeza, generosidad y consenso que después, felizmente, hicieron posible la Constitución y los Pactos de la Moncloa y que ahora están ausentes de la política actual y han faltado, por ejemplo, en Mérida.

Hay un exceso de retórica victimista y acusatoria y han escaseado la finura y el pragmatismo necesarios para pactar y acordar soluciones a los problemas comunes de los ciudadanos que con sus votos exigieron un cambio de gobierno.

Y en el fondo de ese abismo político al que se han asomado PP y Vox en Extremadura, hay una incierta y arriesgada apuesta de repetir las elecciones que podría suponer, por un lado, la resurrección política de Fernández Vara, quien ya había decidido apartarse y retomar su profesión de médico forense, y, por otro, la derrota doblemente amarga de un centroderecha que se empeñó en tirar por la borda la gobernación de la región en medio del asombro y la incredulidad de sus electores.

El espectáculo de Extremadura unido al que pueda darse en alguna otra comunidad, pendiente asimismo de formalizar un pacto de gobierno, es tan contraproducente para la campaña electoral del PP, como esperanzador para los intereses de un Sánchez que está siguiendo la máxima napoleónica de no entretener al adversario cuando se equivoca mientras entrevista a sus ministros cómodamente en un plató en Ferraz, lejos de la calle para no escuchar «que te vote Txapote».

PP y Vox han conseguido introducir con su desencuentro un elemento disruptivo en esta campaña que tras el 28-M estaba centrada únicamente en derogar el «sanchismo» y jubilar al inquilino de la Moncloa, Sánchez sí o no, y que ahora discurre por los enredos negociadores de populares y voxeros. En Moncloa y Ferraz están encantados.

El viento de cola que aún sopla a favor de Feijóo y del cambio político en España desde el 28-M y que impulsa esa ola azul reflejada en los resultados de las urnas, puede variar y devenir en resaca antes de la cita electoral del 23-J, si el PP y Vox se empeñan en dinamitar más puentes y frustrar acuerdos que deberían haber negociado y normalizado con la «finezza» y cintura política exigibles.

Los votantes de ambos partidos se preguntan por qué puede resultar, en palabras de la izquierda sanchista y comunista, menos legítimo y presentable que el PP acuerde con Vox a que el PSOE lo haga con Podemos e incluso con ERC y Bildu. De aquí al 23-J conoceremos más sondeos sobre intención de voto para advertir cuál de los dos partidos se ha pegado el tiro en el pie con este pulso que mantienen.