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Al bate y sin guanteZoé Valdés

PYOE, el partido de Sánchez y Díaz

Tal como ha declarado y escrito Rosa Díez en su magnífico libro acerca del caudillo Sánchez, el PSOE no existe más

Actualizada 01:30

Sé que están esperando una columna con mi opinión sobre el recibimiento chancletero, con perdón, de Bergoglio al títere de Cuba, Miguel Díaz-Canel, a la Machi, primera 'titeresa', y al 'titeresito' hijo.

Aparte las chupadas de Bergoglio a la tiranía de «su hermano» –él mismo definió así su relación con Castro II, por lo de hermandad–, y las risitas cómplices frente al 'Richard Gore' de aquella isleta, que no tuvo, sin embargo, el Papa relleno, para el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, al que poco menos tildó de suplente de una comunista, no tengo mucho más que añadir.

Alguien debiera leerle a Bergoglio el fragmento del libro de Juanita Castro, la hermana de los Castro, cuando esta cuenta que Raúl (Castro II), el hermano ideológico de Bergoglio, le aseguró a Emma, su otra hermana de sangre, que si algo le pasaba a Fidel (Castro I), mandaría a fusilar a todos los curas y monjas cubanos.

Bergoglio era un montonero que quiso ser Perón, y Dios le dio la gracia de hacerlo su representante en la tierra. Dios jamás se equivoca, por algo lo habrá nombrado.

Católica como soy, recibo de Dios cualquier prueba (no quiere decir que la acepte satisfecha, no qué va, además, Dios me ama por ser la hija rebelde que le he salido); pero Dios es Dios, y Bergoglio no es mi Papa.

También seguramente estarán queriendo saber mon deuxième avis (mi segunda opinión) sobre ese recholateo baratucho reciente entre Emmanuel Macron y Díaz-Canel, quien no ha parado de llenarse la panza en cuanto restaurante de lujo ha ido encontrando en su camino, entre Italia y Francia… Y, bueh, qué quieren que les diga: he enviado ya ni sé cuántas cartas al presidente francés para que tenga consciencia de la enormidad de presos políticos que los Castro y este pelele han multiplicado en los últimos tiempos, pero a Macron, como a todos estos líderes jovenzuelos, abusados de poder, sólo les interesa el planeta Tierra…

Claro, más bien les ocupa la millonada que genera fingir que les interesa el tema, que, como me dice un amigo, en verdad si la tierra fuera redonda la habrían llamado 'redondeta', y no 'planeta'; pero eso ya es otro tema y, francamente, no soy nada conspiranoica.

El caso es que a Macron le inquieta –tal como ha expresado tan cariñosamente entregado a un tirano–, pues eso, la tierra y tal, pero no los seres humanos que vont avec (que van con, la tierra)…

De modo que, para mí, no es que Macron se me haya derrumbado de un altar, donde por otro lado nunca lo deposité, sino que ahora mismo lo tengo ubicado más abajo que el Titán y el Titanic juntos, que en su gloria estén.

Pero, a lo que voy con esta tribuna: tal como ha declarado y escrito Rosa Díez en su magnífico libro acerca del caudillo Sánchez, el PSOE no existe más.

No ha habido un partido que haya desaparecido con tanto esmero malvado por medio en tan poco tiempo… O, sí, esperen, por supuesto que ha existido, y ese ha sido el Parti Socialiste francés después de que Ségolène Royal lo hiciera picadillo en un molinillo de moler jarrete, y de que su marido François Hollande gobernara. Entonces llegó Macron, como en aquella guaracha que tanta desdicha sembró en Cuba, «y mandó a parar», creó En marcha!... Que es como el Caminemos Juntos, pero sin tacones azul y rojo, de Macarena Olona.

Finiquitado el PSOE mediante puñalada trapera del caudillo que ha ensombrecido a cuanto caudillo haya podido existir y exista desde ahora en cualquier parte de mundo este tan rarito, no queda más que la «empresa familiar», Rosa Díez dixit. Sólo que a esa empresa se ha sumado la «galleguibiri pan con timbiri».

Es más, desde que apareció Yolanda Díaz en el panorama político español con su Movimiento Sumar, su desmelene oxigenado y sus erratas neuronales que se le notan más que nada en la dificultad para distinguir entre una palabra y su real significado, el PSOE pasó a transformarse en Caballero, digo Cristina, perdón, qué digo, ay, cuidado, que me botan de LIDL; se convirtió en el PYOE (suena a norcoreano, pero es por Pedro, Yolanda, España).

El añadido de España sólo para disimular, o sea, para hacer creer a los votantes que les interesa el país; vamos, como si España fuese el pretexto, la maldición, oh, sorry, la justificación, para sus totalitarismos renovados.

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