ZP resucitado
El buenismo de los sucesores de ZP fue un error. Sin poner la mano en el fuego se lo achacaría a Montoro, un bienintencionado del despiste. Quien después de Sánchez se fíe de las cuentas de Sánchez va listo
ZP ha resucitado políticamente. No es que hubiese dejado la política, es que antes, dedicado a ganar dinero, se mostraba menos expuesto en los medios. Ahora ha regresado como hipotético salvavidas de Sánchez, su hijo político, y me da la impresión de que el salvavidas es de plomo. Nada efectivo para los fines que pretende.
La noticia que teníamos de ZP, el hombre de la ceja, era que se había convertido en una especie de chico para todo de Maduro, en superstar del Grupo de Puebla, en ariete del blanqueo de las dictaduras iberoamericanas, bien remunerado y con ansias de serlo más. Callaba lo que convenía a tantos euros el silencio. Ahora ha trasladado su menester a la campaña electoral de Sánchez probablemente porque si cambiara el signo del Gobierno sus oportunidades se limitarían. Money, money, money…
Los únicos presidentes que después de serlo no se dedicaron al menester de ganar dinero fueron Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo y Mariano Rajoy. El primero fue apagándose discretamente al tiempo que se deterioraba su salud; el segundo no cambió sus costumbres y surcaba la ría del Eo en su pequeño bote, el Juanín, sin complicaciones financieras; era el único con una vida económica activa antes de su paso a la política; el tercero se reintegró a sus tareas de registrador de la propiedad, oposición que ganó muy joven.
Los expresidentes norteamericanos se dedican a pronunciar conferencias a 20.000 $ la pieza para completar sus ingresos, aunque no hay presidente estadounidense que no llegue ya rico a la Casa Blanca. Siempre se piensa en Trump pero ninguno de sus antecesores ni su sucesor ocuparon el despacho oval sin el riñón bien cubierto. En España son ricos después de Moncloa. No lo critico, sólo lo expongo. Si en nuestro país esas nimiedades no sorprenden no seré yo el ingenuo. Pero ZP es el caso más sonado por la mixtura entre las prestaciones políticas y los resultados económicos.
El ZP resucitado ocupa espacios televisivos y supongo que seguirá mientras dure la campaña, en supuesto beneficio de Sánchez pero hasta ahora sus opiniones son más bien chuscas. Tienen que ver con los delirios de su patrocinado tanto como aquella enormidad suya de que nuestra economía estaba en la «Champions League» y la reiterada afirmación de Sánchez de que la economía española «va como una moto». ZP no entregó claras las cuentas al Gobierno que le sucedió y Sánchez olvida que España tiene el paro mayor de la UE, una deuda exterior que afectará a tres generaciones, que no hayamos alcanzado el PIB anterior a la pandemia y que la inflación siga creciendo al tiempo que se extienden los niveles de pobreza.
Sánchez nos vende la moto de supuestas mejoras que sólo se refieren a que decrecemos menos, no a que vayamos mejor. Los recortes de los sucesores de ZP se debieron a sus políticas, a sus mentiras y a sus cuentas falsas en el traspaso de poderes. Lo mismo le ocurrirá a quien suceda a Sánchez, y ahora habrá que explicar esas falsedades en Bruselas porque allí también miente. Por eso es tan oportuno el anuncio de Feijóo de que, si gana las elecciones, hará una auditoría global de las cuentas de Sánchez. El buenismo de los sucesores de ZP fue un error. Sin poner la mano en el fuego se lo achacaría a Montoro, un bienintencionado del despiste. Quien después de Sánchez se fíe de las cuentas de Sánchez va listo.
El presidente habla en las televisiones pero no puede salir a la calle. En los platós no le abuchean. Y, además de acogotar a sus entrevistadores entre gestos y aptitudes okupas, se aprovecha de que los periodistas o son suyos o son buena gente. Nadie le ha preguntado todavía por el cambio de la política de España sobre el Sahara, inalterable los últimos cincuenta años. Tomó la decisión desde su mismidad sin informar al Rey, sin llevarla al Consejo de Ministros y sin debate parlamentario. El mismo egocentrismo patológico que le pierde en las entrevistas.
ZP dice que acabó con ETA. En medio de una tregua de la banda, de un pacto infumable y de sus declaraciones optimistas, ETA voló cinco plantas del aparcamiento de la T-4 en Barajas con dos muertos y una veintena de heridos. Menos lobos Caperucita ZP. Siga acudiendo a las teles con su salvavidas de plomo.