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El astrolabioBieito Rubido

Elogio de la aldea

Alberto Núñez Feijóo ha tenido la suerte de nacer en una pequeña aldea. No cualquier aldea: una llena de agua, de energía, de naturaleza viva y sana

Alberto Núñez Feijóo será, con toda probabilidad, el primer presidente del Gobierno de la España reciente que procede de un aldea: Los Peares. Un lugar donde se cruzan ríos y tierras de provincias distintas. Una encrucijada geográfica que tal vez haya marcado ese carácter tan suyo que le lleva a valorar los distintos senderos y las distintas alternativas. Desde Los Peares se puede ir a conocer nuevos horizontes, incluso en el camino de vuelta. Me ha gustado, por eso, el vídeo que su equipo ha hecho para contar su vida en ocho minutos. Corto ese tiempo para desgranar toda una biografía; largo para captar la atención de una sociedad cada vez más superficial. El corolario para quien no haya prestado la atención suficiente es que en la España de hoy un joven de aldea puede llegar a ser el presidente del Gobierno. No cualquiera, como decía Zapatero, en el colmo de su simpleza, sino aquel que ha sabido con su esfuerzo transitar los senderos de gloria y sufrimiento de la política.

La aldea se ha quedado prácticamente sola en España. Todos se han ido a la ciudad y ya solo quedan algunos mayores que se resisten a dejar la casa y el árbol. A eso le llaman España vaciada. Ahora bien, en la ciudad todos guardamos nuestro Macondo particular, ese que está tan vivo en nuestra memoria mientras vamos viendo cómo se duerme, envuelto en brumas y recuerdos de la infancia. El viejo camino, feraz en primavera, lleno de hojas en otoño. La playa de aquellos veranos interminables y la que sacrificaba su arena ante los temporales que toda la vida han golpeado el litoral nuestro de cada invierno. El recuerdo es fugaz, como el viento, pero es. Se confunde en ocasiones con ensoñaciones de lo que creímos vivir en la patria de la infancia y es entonces cuando aparece ese manantial inagotable de la fantasía y de la loca de la casa. Esa casa que sigue allí cuando volvemos, con el inseparable castaño grande.

Cada uno es hijo de un tiempo y de una circunstancia. Alberto Núñez Feijóo ha tenido la suerte de nacer en una pequeña aldea. No cualquier aldea: una llena de agua, de energía, de naturaleza viva y sana y eso, seguramente, desde la humildad de su Macondo, le habrá hecho recordar, ahora que puede llegar a gobernar todo un país, el día que su padre lo llevó lejos; no a conocer la nieve, sino a lanzarse al mundo, a la vida.