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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Puchi, Puchi Pon

El acto, bien preparado, puede resultar brillante, emotivo y entretenido a más no poder. Lo garantiza el hecho de que no se haya programado ninguna sardana

La Justicia europea ha retirado la impunidad a Puigdemont y sus adláteres acercando su extradición a España. No será inmediata, porque los recursos no se solventan de un día para otro. Pero tiene sus ventajas. A sabiendas de que, con muchas probabilidades, la fregona del maletero y terremoto de Waterloo va a terminar siendo juzgado en España por malversación, se le puede preparar mejor y con más detalles un glorioso recibimiento. Por todos es sabido que los separatistas catalanes son muy aficionados a celebrar derrotas e inconvenientes históricos. Para mí, que la vuelta de Puchi, Puchi Pon supone un regalo impagable al independentismo del nordeste de España. Crear una nueva jornada de melancolía celebrada es una oportunidad que no puede despreciarse. Propongo que el retorno se realice de la misma forma que la huída, pero en sentido contrario. A pocos kilómetros de la frontera, Puchi, Puchi Pon, procederá a acomodarse en el maletero del coche, previamente acondicionado para evitar que padezca de un percance muscular en las corvas. Y ya en España, la recepción oficial. El coche se detendrá en el lugar adecuado y Trías y Borrás, solemnemente, abrirán el maletero. Su cometido no se reducirá a la simple acción de abrir el maletero. Ya abierto, el señor Trías y la señora Borrás, uniformados con la segunda equipación del «Barça», la amarilla, ayudarán al «exmolt» y «exhunorapla» presidente de la Generalidad a abandonar su espacio histórico. Y en el momento de posar sus pies en tierra española de Cataluña, un coro mixto con acompañamiento de banda u orquesta, entonará «Els Segadors», mientras el público allí congregado lanza sobre el retornado toda suerte de flores cultivadas en el Maresme. Pasará revista a una sección de Mozos de Escuadra elegidos por su compromiso con la República, y finalizado el pacífico himno, saludará de inmediato a las autoridades catalanistas, con Negreira y Laporta en lugares preferentes. Saludadas las personalidades del Derecho a Decidir, Pilar Rahola pronunciará un hondo y emotivo discurso de bienvenida. Saludos, besos y abrazos al público como colofón final, segundos antes de ser entregado a la Guardia Civil con el fin de transportarlo al aeropuerto más cercano para su traslado al Tribunal Supremo en Madrid. Los adláteres Comín y Ponsatí, le acompañarán en el viaje. Para dar una imagen de concordia y unión, y aunque se aborrezcan, compartirán la presidencia el actual presidente de la Generalidad, señor Aragonés, y el indultado señor Junqueras, siempre que le quepa el chaqué.

Estarán presentes, para dotar al acto de recepción de un auténtico sentido federal, el expresidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, el exministro de Cultura, Iceta, así como los publicistas Évole, Roures y la señora Griso. Arnaldo Otegui, en representación bilduetarra, y también Pablo Iglesias e Irene Montero, que se apuntarán a un bombardeo porque no tendrán nada que hacer. Los miembros de la alta burguesía catalana no podrán desplazarse porque se hallarán reunidos para seguir beneficiándose de los impuestos de los españoles. La presencia de Juanjo Puigcorbé no podrá garantizarse hasta el mismo día del glorioso retorno. Depende de si le ofrecen películas o no.

El acto, bien preparado, puede resultar brillante, emotivo y entretenido a más no poder. Lo garantiza el hecho de que no se haya programado ninguna sardana. Al fin y al cabo, la entrega de Puchi Puchi Pon a las autoridades judiciales no encaja con un baile tan divertido.

No podré asistir. Pero regalo la idea, muy a grandes trazos y sin reparar en detalles.

Capaces son de tomárselo en serio.