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El puntalAntonio Jiménez

Un mentiroso muy sincero

Las elecciones son una suerte de segunda vuelta del 28-M en cuyas urnas constató el rechazo que inspira y que en alguna medida pagaron injustamente los candidatos socialistas a los que dejó en el paro y ahora pretende que se movilicen en su favor

Con las posaderas al aire. Así ha dejado a Pedro Sánchez su director general de Tráfico después de confirmar éste la implantación de peajes en las autovías españolas el próximo año. Pere Navarro ha dicho lo que Alberto Núñez Feijóo sabía y Sánchez le negó con un «eso es mentira» en el debate televisivo.

Hemos llegado al punto de que ya no sabemos cuándo dice la verdad el presidente del Gobierno y cuándo cuela una bola. Que Sánchez es un embustero compulsivo no es un síntoma sino puro diagnóstico y por ello suena a escarnio que su «idea-fuerza» para recuperarse del K.O. sufrido en el ring catódico sea que Núñez Feijóo mintió mucho y que se ha instalado en el «trumpismo»; acusaciones que partiendo de quién representa la mentira personificada resultan tan increíbles como afirmar que Noé nunca conoció la lluvia.

No es creíble en alguien que ha asimilado con naturalidad la frase de Parménides, «la política es el arte de engañar a los hombres» y que Carlos Hernando incluye en su extraordinario retrato político de Pedro Sánchez, El autócrata, película que invito a que vean en YouTube.

La trola dicha con una sinceridad enfatizada se ha convertido en la norma de conducta política de un desahogado Sánchez que en su desesperación por ver que se acerca el fin de sus días en la Moncloa no duda en ponderar el trampantojo demoscópico que le sirve su desvergonzado director del CIS mientras desacredita las encuestas y tracking diarios del resto de empresas demoscópicas privadas coincidentes en que el PP ganará los comicios con una ventaja de más de 35 escaños sobre el PSOE y que Núñez Feijóo será el presidente del Gobierno.

La campaña electoral está finiquitada a falta de 8 días para su conclusión y la suerte está echada por más que Sánchez sugiera lo contrario con sus voluntaristas declaraciones, muy alejadas de la realidad. Sánchez sigue sin aceptar que el voto del 23-J no va tanto a favor de Feijóo o Abascal como contra él. Va de sacarlo de la Moncloa.

Las elecciones son una suerte de segunda vuelta del 28-M en cuyas urnas constató el rechazo que inspira y que en alguna medida pagaron injustamente los candidatos socialistas a los que dejó en el paro y ahora pretende que se movilicen en su favor.

Salvo que ocurra una calamidad sobrevenida o surja un elemento disruptivo con notable influencia para alterar el sentido del voto que auguran todos los sondeos, menos el del desacreditado CIS, el centro-derecha sumará mayoría absoluta y dejará a Sánchez-Frankenstein fuera de la Moncloa, sin ninguna posibilidad de reeditarse. Ya no tendrá que escuchar de Rufián que ha gobernado o tendrá que gobernar con el permiso de los independentistas.

Es más, algunos responsables de esas empresas demoscópicas sobre las que Sánchez siembra dudas y sospechas para desprestigiarlas, aseguran en privado que la tendencia a menos de 9 días para las elecciones sitúa al PP por encima incluso de los 160 diputados el 23-J.

Previsiones que se están haciendo en función de una participación electoral del 70 por ciento y, por tanto, que se garantice el derecho al voto de los más de 2.600.000 ciudadanos que han pedido ejercerlo por correo. No ha sido Feijóo quien ha «embarrado» la campaña, como le acusa Sánchez por cuestionar que todos los demandantes del sufragio por correo puedan votar.

No se cuestiona la limpieza y garantías del proceso electoral como pretende hacer creer Sánchez para tapar su irresponsable convocatoria a urnas en plena canícula estival y con millones de ciudadanos desplazándose dentro y fuera de España, sino la improvisación de su gobierno y de los ejecutivos de Correos que no han sabido o querido entender, a pesar de las advertencias, que el voto por correo se multiplicaría por mucho en estos comicios.

Han sido los propios sindicatos postales quienes advirtieron de la situación límite y de colapso en las oficinas, desbordadas por la escasez de personal.

Incrementada la plantilla y las horas de apertura de las mismas, el desafío que afrontan los trabajadores de Correos por culpa de la imprevisión y negligencia de sus directivos, es repartir cerca de 1.500.000 votos antes del día 20 para que sus receptores puedan llevarlos a las estafetas.

No es imposible pero sí improbable que todos los demandantes del voto por correo puedan ejercerlo. Será otra muesca política más de ese sanchismo a derogar y que se ha caracterizado, no sólo por una exhibición permanente e impúdica de la mentira, sino también por el deterioro notable de empresas y organismos públicos como Correos, Renfe-Adif o el CIS.

La exigencia de rendición de cuentas a Sánchez por parte de Feijóo, además de la revisión con minuciosidad de entomólogo de alfombras y cajones ministeriales, debiera incluir una explicación a los ciudadanos que probablemente no podrán ejercer su derecho constitucional al voto por la desidia de los responsables de Correos cuya cualificación profesional no va más allá que la de ser amigos de Sánchez, como evidencian las criticas sindicales a una gestión de mas de 1.000 millones de euros en pérdidas entre 2018 y 2022. Esto también es «sanchismo».