La nieta de Marisa Paredes
La Sor Estiércol de 'Entre tinieblas' está enfadada porque piensa que la gente va a votar muy mal, esa gente que le ha llenado la nevera
No sé el nombre de la nieta de María Luisa Paredes Bartolomé, y mejor que quede en el anonimato de sus dos añitos mientras su abuela la utiliza para amenazarnos con la llegada de una dictadura. Todo porque la democracia va de votar libremente y los españoles, según las encuestas, van a mandar a su casa a un Gobierno que ha tornado en régimen totalitario, excluyente y aliado con lo peor del Parlamento, que no busca otra cosa que dividir al país. La abuela de esta niña plañía hace unas horas en la cadena Ser por la posible llegada del PP y de Vox al Gobierno y elucubraba sobre el fin de nuestras libertades. Qué lástima que ese mismo miedo no le haya atenazado al ver cómo las niñas cubanas y venezolanas crecen en una dictadura que las considera ciudadanas de segunda, y a cuyos padres manda a la miseria y a la cárcel si no comulgan con la dictadura comunista.
Pero a sus 77 años, esta madrileña de posguerra está compungida por si los españoles deciden elegir lo que a ella no le gusta. Hasta ahora, ha estado encantada de que nos gobierne un señor cuya nefasta gestión ha soltado a la calle a 117 violadores y pederastas y aliviado la cárcel a otros 1.155; un peligro para cientos de miles de niñas como su nieta, pero que a doña Marisa no parece preocuparle tanto como perder los pesebres que la izquierda siempre alimenta con dinero público para que los actores del régimen vivan de cine y no siempre por su talento, que a ella -dicho sea de paso- no le falta. Cuando esta niña no había nacido, su abuela presidió la Academia de Cine y durante su mandato, sus amiguitos usaron la gala de los Goya para arrear al PP con el «no a la guerra» y, en lugar de instar a mejorar la calidad de los bodrios que facturan algunos cineastas progres, Marisa se dedicó a derrochar sectarismo desde un cargo público y a censurar a quienes la criticaban.
A esta chica Almodóvar, con una nutrida filmografía, lo que de verdad le inquieta es que la izquierda desaloje el poder por mandato democrático de la gente, esa que no viste, como ella, ropa de la neoyorquina Sybilla ni pasea por las alfombras rojas dando lecciones de obrerismo caduco, esa gente que espera que la izquierda la defienda, como dice hacer, en lugar de ponerse del lado de los nacionalistas supremacistas. Paredes, considerada por la prensa extranjera como una de las actrices españolas mejor pagadas del mundo, ha decidido vivir en una democracia burguesa como la española, que le permite tener un patrimonio envidiable y acumular cuentas corrientes de muchos ceros, todos a la derecha. Ahí se ve que la abuela Marisa es más diestra que siniestra.
La Sor Estiércol de Entre tinieblas está enfadada porque piensa que la gente va a votar muy mal, esa gente que le ha llenado la nevera, en buena medida viendo sus películas, pero sobre todo sufragando con sus impuestos el cine pelma y guerracivilista que hacen sus compañeros subvencionados. Es tal la inteligencia visionaria de Paredes que, abrumada por la llegada de la dictadura, ha decidido hacer campaña por la abeja maya Yolanda. No hay más preguntas, señoría.
Si las verdaderas luchadoras por la libertad de la mujer, nuestras madres, abuelas y bisabuelas, levantaran la cabeza se escandalizarían de escuchar a una progre pija harta de maquillaje Chanel clamar por nuestros derechos, nunca tan pisoteados por un Gobierno como por este que ya ni reconoce nuestro género femenino y que ha redactado una ley trans que «es una monstruosidad», como la califica la filósofa feminista Amalia Valcárcel, a la que también han cancelado, sin que estas pancarteras de lujo hayan dicho ni mu.
Qué buenos vasallos son los de la zeja: Marisa, Miguel Ríos, Rodrigo Cuevas, Luis García Montero y Miguel Rellán no han faltado este fin de semana al Círculo de Bellas Artes, para arropar a un mal señor, Pedro Sánchez. Él sí, un maestro en censurar a medios de comunicación que no le bailan el agua. Deberíamos agradecerles que ellos defiendan nuestra libertad que, curiosamente, solo la sienten en peligro cuando a la izquierda le quedan horas para dejar de usar el BOE y el Presupuesto público.
Y tú, querida María Luisa, a tus mansiones, a tu visa oro y a tus películas. La libertad ya la defenderemos nosotros el próximo domingo con nuestro voto.