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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Infames besitos de Sánchez a Delcy

No es un político cualquiera, es la vicepresidenta de una repulsiva dictadura socialista que ha destrozado un país y sus libertades y que mata por sistema

En el mundo libre y rico nos hemos ido olvidando del drama de Venezuela. Por la guerra de Ucrania, que lógicamente ha copado mucha atención. Por el carrusel digital de novedades informativas en que vivimos, que hace que todo aburra. Y también, reconozcámoslo, porque la oposición venezolana ha resultado un pequeño desastrillo.

Pero no deberíamos olvidarnos de Venezuela, porque allí la situación continúa siendo espantosa. El año pasado el régimen llevó a cabo 824 ejecuciones extrajudiciales (venezolanos anónimos despachados a tiros por los sicarios de Maduro, muchas veces en la intimidad de sus hogares). Las palizas, torturas y detenciones arbitrarias están al orden del día. La libertad de prensa y la justicia independiente se encuentran más extintas que el pájaro dodo. La miseria y la persecución política han provocado uno de los mayores éxodos de este siglo: siete millones de venezolanos han huido al extranjero.

En el capítulo material, la narcodictadura socialista ha conseguido hundir en la pobreza a un país que flota en petróleo y que podría ser riquísimo. El propio régimen reconocía el pasado enero que 2,3 millones de venezolanos padecen «déficit nutricional» (léase que pasan hambre). Las agencias foráneas multiplican esa cifra por cuatro.

Las elecciones son una pantomima en la Venezuela bolivariana. El pasado junio, Maduro inhabilitó para participar a la candidata María Corina Machado, que era la favorita de la oposición. El Parlamento Europeo condenó esa arbitrariedad. La respuesta de la dictadura ha consistido en prohibir la presencia de observadores de la UE en las seudo elecciones, en las que ya solo cree Zapatero (imaginamos que sin cobrar por ello, ¿o será al revés?).

Delcy Rodríguez, abogada de 54 años, hija de un guerrillero marxista, es una ilustre apparatchick, que fue trepando en el régimen de Chávez y desde 2018 ejerce como vicepresidenta de Maduro. Además, ahora lleva también la cartera de Economía, con éxito palpable: la inflación es del 557%. Delcy, de lengua faltona, implacable con las libertades ajenas y amiga del lujo, fue sancionada en 2018 por la UE, Estados Unidos y Suiza por corrupción y violación de los derechos humanos. La UE le ha prohibido desde entonces pisar suelo comunitario y poseer bienes en sus territorios.

Pues bien, tras todo lo anterior, Delcy se presentó este lunes en Bruselas como la emisaria de Maduro en una cumbre de la UE con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. La misma Europa que -como debe ser- planta cara a Rusia y la critica por su vulneración de los derechos humanos, resulta que ha recibido sin reproche alguno a tan turbio personaje, contraviniendo sus propias normas. Sánchez fue más allá. En su calidad de efímero presidente de turno de la UE, la acogió con un abrazo sonriente y le plantó dos besos.

El PSOE se ha convertido en un partido de tebeo de Mortadelo (con perdón para el maestro Ibáñez), que ha perdido la brújula. El expresidente socialista Zapatero se ha convertido en el embajador oficioso encargado de blanquear la dictadura venezolana (¿por amor al arte?). Y Sánchez, que ha lanzado una persecución ultratumba contra Franco, besuquea de manera infame a la numero dos de un tirano bien vivo, porque al parecer las dictaduras tienen un pase si son de izquierdas. En cuanto a la Unión Europea, vuelve a demostrar que hoy está intoxicada por los peores tics del «progresismo». Si existe una prohibición en vigor por la que Delcy no pueda visitar Europa, no cabe hacer el avestruz ante su presencia. Bruselas debió haber respondido con un «bolañazo» (es decir, lo que hizo el protocolo de Ayuso con Bolaños: usted, simplemente, no puede estar aquí). Por su parte, Sánchez, tan amigo de las palabras grandilocuentes en favor de la democracia, debió aplicárselas a sí mismo marcando distancias ante tan infecto personaje.

Nada cabe esperar de Sánchez y el PSOE. Todavía seguimos sin saber a qué fue Ábalos de madrugada y a escondidas hasta la T4 en una noche de enero para hablar de tapadillo con esta misma Delcy. Poco después llegó otro misterio: Sánchez le cortó la cabeza a Ábalos, su leal mamporrero, también sin explicaciones.

Estos días la izquierda evoca con grandes puestas en escena el 50 aniversario del golpe de Pinochet contra Allende. Garzón, su pareja Lola, Serrat, Boric, Ada Colau, Zapatero... siguen estremecidos como si la brutalidad de Chile hubiese ocurrido ayer mismo. Sin embargo, no tienen una sola palabra crítica contra las vigentes dictaduras de Venezuela y Cuba, que siguen cometiendo sus crímenes ahora mismo. El comunismo tiene bula para nuestro socialismo caviar.

Vota PSOE. Vota Sumar. El aroma de la libertad.