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Perro come perroAntonio R. Naranjo

La ruina que se va a comer Feijóo

Todo lo que Europa ha tragado con Sánchez se lo cobrará a un nuevo Gobierno, como ya está haciendo con los ciudadanos

Con Pedro Sánchez la deuda pública se ha disparado un 27 por ciento, el paro real sigue desbocado, el déficit no ha dejado de crecer, la presión fiscal se ha desatado y la brecha salarial entre el sector público y el privado ha alcanzado magnitudes siderales, más propias de un país con castas que de una sociedad occidental civilizada.

Todo ese desastre lo ha cosechado Sánchez, es cierto, en un contexto infernal de pandemia, crisis y guerra; el mismo que tantos otros países donde los estragos son menores. Y ha dispuesto, además, de unas herramientas sin precedentes que compensan todos los males a los que ha tenido que enfrentarse.

Porque nadie ha tenido tantas transferencias desde Europa, ni tanta recaudación gracias a la inflación y las subidas fiscales, ni tanta laxitud de Bruselas para suspender las reglas de contención del gasto, la deuda y el déficit. Y nadie las ha utilizado peor.

Porque todos los dramas que lleva padeciendo el mundo han sido terribles para la sociedad civil, la economía productiva, la pequeña empresa, el comercio, el autónomo y el trabajador medio por cuenta ajena.

Pero han sido un chollo, aunque le duela oírlo, para Gobiernos como el de Sánchez, que han hecho del empobrecimiento ajeno un obsceno negocio político: cuanto más sufría la gente, más recaudaban ellos y más avanzaban en un modelo político sustentado en el clientelismo, la subvención y el intervencionismo público en todas las esferas de la vida.

Eso es el sanchismo: dividir a la sociedad, con las más variopintas excusas ideológicas, económicas, de género, de credo o de lo que se tercie para atender demagógicamente a un bloque a costa de sangrar al otro, aspirando a que en el suyo haya un votante más que le permita perdurar en el poder.

Solo la complicidad de Europa, cuyas instituciones están dominadas por el socialismo pese a que Von der Leyen es la supuesta jefa de todo y procede del partido de Merkel, le ha permitido a Sánchez disimular la catadura de su gestión económica, social y política, sustentada en la fractura, el choque y el despilfarro.

Y Europa, esta Europa, le pasará la factura de Sánchez a Feijóo, con la misma crueldad que ha tenido con los ciudadanos al subirles salvajemente los tipos de interés para devolver, todo lo rápido que se pueda, el dinero prestado a manirrotos como el presidente español para que se paguen sus políticas ruinosas sustentadas en la pereza, el nepotismo y la renuncia a la libertad de pensamiento y obra del individuo, comprado por un puñado de euros esquilmado previamente a quienes no entran en ese juego y defienden la auténtica prosperidad.

El 23-J se juega la final del campeonato nacional, y todo indica que la grada abucheará a Sánchez y le dará una oportunidad a Feijóo, por mucho que los árbitros y el VAR hayan intentado inclinar el resultado en favor del patrón que les paga.

Pero el verdadero partido se juega en Europa, y los dos besos que le ha plantado Sánchez a Delcy Rodríguez en la cara de todos los gerifaltes de Bruselas, sin réplica alguna, no auguran nada bueno: imagínense a la vuelta del verano el infierno que va a padecer el próximo Gobierno si el panorama que se encuentra es el de unas arcas públicas desplumadas, unas calles incendiadas y Europa pasándole a Feijóo la cuenta de todas las copas que se ha tomado Sánchez, un beodo del derroche, los impuestos y las pagas.