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El astrolabioBieito Rubido

El suicidio de España

Me preguntaba ayer qué les ocurre a esos ocho millones de votantes que han refrendado la política de inmolación que Sánchez le está proponiendo a la sociedad española, solo para atender su relación patológica con el poder

Más allá del resultado electoral del domingo pasado, los españoles no deberíamos aceptar la anomalía política de un PSOE que está dispuesto a pactar con partidos que abiertamente quieren romper España. Esto es algo inaudito en la mayoría de los países, ya no de Europa, del mundo entero. Una anomalía que supone anteponer cualquier tipo de acuerdo con los herederos del terrorismo y los golpistas catalanes antes que pactar con demócratas constitucionalistas. Y ese acuerdo con Bildu, Esquerra, PNV y Junts va a tener nuevamente un alto precio, que vamos a pagar todos los contribuyentes. Por eso me preguntaba ayer qué les ocurre a esos ocho millones de votantes que han refrendado la política de inmolación que Sánchez le está proponiendo a la sociedad española, solo para atender su relación patológica con el poder.

También ayer me preguntaba acerca del enigma que representa la España actual, en cuyo seno habitan cientos de miles de ciudadanos que denigran a su propio país. El autoodio es la forma más tonta de odiar. Hay una pornografía ética y moral, que circula por las redes y por las televisiones, que deriva en unas simplezas mentales que nos llevan a la argentinización del país. Trato de entenderlos. Sólo logró explicarlo por esa confortabilidad que da la carencia de esfuerzo y la subvención, pero no puedo justificarlos. No alcanzo a comprenderlos. Son los que han avalado a un presidente que nos miente y que está dispuesto a todo, incluso a romper España, con tal de mantenerse un tiempo más en la Moncloa.

La polarización que se deriva de una cultura digital que nos aproxima al analfabetismo político puede ayudar a comprender el fenómeno que vive ahora mismo Occidente, no solo España. El pensamiento racional está desperdigado y se han concentrado todas las emociones. Siempre que en la historia hay un exceso de emoción, la historia revienta en una hemorragia. Es en esa sangría de racionalidad donde se enmarca ahora el empeño cainita de una parte de la derecha de atacar a Feijóo, y deslegitimarlo, por la sencilla razón de haber sido el primer candidato del centroderecha en ganar unas elecciones en su primera comparecencia. Un triunfo que, sin embargo, parece insuficiente, toda vez que la derecha vasca y la derecha más cercana no quieren apoyar su investidura. Vamos camino del suicido, aunque a mí que no me esperen.