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Ojo avizorJuan Van-Halen

Feijóo

No sólo ha ganado las elecciones sino que ha superado con mucho las cifras del PP en los primeros comicios de sus candidatos a presidentes del Gobierno

España es el país de los excesos. De mi infancia recuerdo las fiestas de un pueblo en el que al torerillo que triunfaba le sacaban a hombros y al que no se lucía le tiraban al pilón. Tenemos una historia a menudo cainita, desbordada. Como en aquella frase atribuida a Bismark pero que el Canciller de Hierro nunca pronunció, somos fuertes porque tras intentarlo tanto y con empeño no hemos logrado destruirnos a nosotros mismos; aunque apócrifa la afirmación encierra una gran verdad. Las grandes naciones encierran esas contradicciones.

Desde las elecciones generales se produce una especie de acoso y derribo a Feijóo que no tiene sentido, justificación ni otra base que, una vez más, el seguimiento de la hábil política mediática del sanchismo, experto en hacernos ir por donde él quiere y hacer de la mentira verdad. Sánchez se ha ido de vacaciones al palacio de La Mareta, en Lanzarote, regalo del Rey Hussein a Don Juan Carlos que éste donó a Patrimonio Nacional, pero ha dejado sus terminales a pleno rendimiento. Mientras, quien recibió el regalo del palacio no es bien recibido en España por artimañas del Gobierno, aquél que promueve que Don Juan Carlos sea el único español que, con todos sus derechos intactos y sin reproche judicial alguno, padezca, de hecho, un exilio, disfruta de unas vacaciones en esa residencia paradisiaca. Así somos.

Está abierta la veda de Feijóo. La reacción borreguil de los plumíferos de la izquierda no me extraña. Están a lo suyo, sirven a quienes les dan de comer cuando creían que el chollo se les acababa. Pero me sorprende que caigan en esa cacería algunos columnistas a quienes admiro y en medios supuestamente cercanos al espacio y principios que Feijóo representa. Uno de estos tiradores mediáticos, insistente en sus ataques, lleva ya a la espalda la militancia en tres partidos y fue dirigente de uno de ellos. No le gusta Feijóo, qué le vamos a hacer, y cae –español al fin y al cabo– en la exageración. Otro columnista pide al presidente del PP que cuide su ortografía quitando la tilde en su apellido. Ignora que los apellidos siguen una regla más allá de la ortografía que se basa en la tradición de los registros civiles y antes eclesiásticos. Si históricamente su Feijóo se ha escrito con tilde él al no cambiarlo no está dañando la ortografía. El querido columnista sabe ortografía pero no ha profundizado en los estudios genealógicos. De otra manera se hubiese encontrado con infinidad de apellidos ortográficamente incorrectos pero avalados por la tradición.

Feijóo ganó las elecciones le sirva o no para gobernar. Es lo que quiere hacernos olvidar Sánchez que se pasó toda la campaña reiterando que él ganaría las elecciones. En la noche electoral proclamó que las había ganado sumando ya al Frankenstein o mintiendo. En el acoso a Feijóo plumillas caseros han repetido que el presidente del PP aseguró que se retiraría si no lograba gobernar, pero es una mentira más. Lo que anunció Feijóo fue que se retiraría si no ganaba las elecciones. Y las ha ganado. Además es el presidente del PP que ha conseguido crecer en más votos en su primera opción a la presidencia del Gobierno. Veamos.

Aznar en 1989 consiguió +38.295 votos, Rajoy en 2004 -558.034 (los trenes de Atocha), Casado en 2019 -3.567.583, Feijóo en 2023 +3.044.800 votos. Feijóo ha conseguido el mayor aumento de votos en la historia del PP. Y en escaños. Feijóo en 2023, +47. Aznar en 1993: +34. Rajoy en 2011: +32. Salvo González en 1982 que recibió +4.6757.579 votos y +81 escaños, nadie de ningún partido logró en nuestra democracia recuperada un aumento de escaños y votos como Feijóo. No cuento a los partidos más recientes pero tampoco superarían a Feijóo.

Ya está bien de manipulaciones. Feijóo no sólo ha ganado las elecciones sino que ha superado con mucho las cifras del PP en los primeros comicios de sus candidatos a presidentes del Gobierno. Mientras, no se habla del fracaso de Sumar, el disfraz de Podemos, que no consiguió ni mucho menos los votos de Podemos, ni logró ser tercera fuerza; sus dos objetivos. Ni se habla del fracaso de Vox que ha perdido 19 escaños y 623.235 votos. Sumar y Vox no han hecho autocrítica, y que sepamos sus líderes no se plantean dimitir. Sólo esa extraña reacción «anti» se produce respecto al PP y a Feijóo. Como si los españoles fuésemos tontos. Pues no.