Fundado en 1910
Unas líneasEduardo de Rivas

Una improbable gran coalición

Feijóo y Sánchez podrían gobernar dos años cada uno y repartir los ministerios según los escaños de cada partido, el 53 % populares y el 47 % socialistas

Si algo dejó claro el resultado del 23-J es que los españoles no quieren ni un bloque de izquierdas ni uno de derechas. Los comicios se plantearon como un plebiscito entre los dos bandos y el desenlace fue un empate técnico: 172 a la derecha y 171 a la izquierda, por lo que será Puigdemont el que decida si apoya a uno, a otro u obliga a repetir las elecciones.

Con este escenario –y ante la utopía de que Sánchez deje gobernar a Feijóo en solitario– cabe plantearse la improbable gran coalición. Con un ganador que ha perdido las elecciones y un perdedor que las ha ganado, ¿por qué no unir fuerzas entre los dos grandes partidos en vez de pelear por las migajas? ¿Por qué darle poder a los independentistas que odian España en vez de formar el gobierno más sólido de nuestra democracia con 258 diputados?

La unión de PP y PSOE daría estabilidad al país durante cuatro años, en Europa se vería con buenos ojos y supondría un golpe contundente para extremismos e independentistas. En otros países lo han puesto en marcha y ha funcionado. Es una teoría extremadamente complicada con Sánchez en liza, pero en realidad lo que él quiere es seguir en el poder, ya sea con el apoyo de Puigdemont o el de Feijóo. En poco se parecían Rivera e Iglesias y no le importó con tal de que le ayudaran a llegar a Moncloa. Ahora, cuatro años después, repetiría operación para no cambiar de colchón.

Juntos sumarían 258 diputados, un 73,7 % de los asientos del Congreso de los Diputados, por lo que podrían abordar reformas legislativas de gran calado para no estar cambiando leyes con cada Gobierno e incluso abrir el melón de la Constitución. Podrían dividir la presidencia, dos años para Feijóo y otros dos para Sánchez, y repartir los ministerios en función al número de escaños que ha logrado cada partido (el 53 % populares y el 47 % socialistas).

Esta teoría improbable dejaría a Vox como líder de la oposición y ahorraría una cantidad considerable de dinero a las arcas del Estado. Evitaría darle poder a los independentistas y que, durante al menos cuatro años, dejáramos de hablar de posibles referéndums en Cataluña y el País Vasco. Puigdemont sería un simple político que se fugó después de saltarse las leyes y que algún día comparecerá ante la Justicia. No es fácil poner de acuerdo a PP y PSOE, pero, al menos, habría que intentarlo.