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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Sánchez va a sudar tinta

Pasado su subidón por el pinchazo de la derecha con la mayoría absoluta, a la hora de la verdad se va a encontrar con un lío del demonio para gobernar

En la velada del 23-J, Begoña casi rompe las costuras de su vestido rojo pasión-PSOE de tanto contorsionarse para aplaudir a su marido en el balcón de Ferraz. El candidato y ella no cabían en sí de gozo. Hasta esa noche se veían haciendo la mudanza y volviendo a su piso en una urbanización de Pozuelo, pues todas las casas de encuestas serias los desahuciaban. Así que cuando se supo que la derecha no alcanzaba la mayoría absoluta, la sonrisa no les cabía en sus rostros. Los Sánchez, segunda fuerza política, se comportaban ante sus fans de Ferraz como si acabasen de ganar las elecciones por goleada.

Es cierto que Sánchez tiene más posibilidades de continuar en la Moncloa que el ganador del 23-J de llegar a ella. Pero nos hemos apresurado demasiado a la hora de comprarle a la izquierda la mercancía averiada de que el candidato del PSOE es el súper triunfador de las elecciones.

Veremos mucha levitación de Mi Persona y mucho desprecio hacia sus adversarios, pero la verdad es que Sánchez está en una situación bastante chunga. Puede que gobierne. Pero puede que no dure. Su primer problema estriba en que en Europa ya están sonando los clarines de la consolidación fiscal. Le exigirán medidas de ajuste y esos recortes se darán de bruces con la troupe de radicales de izquierda que lo sostienen.

Su segundo problema llegará con las exigencias del atrabiliario prófugo de Waterloo: un referéndum de independencia y una amnistía que simplemente no caben en la Constitución. Por muchas tragaderas que tenga Conde-Pumpido –que las tiene, por eso lo ha colocado ahí–, por muchos eufemismos que se busquen, resultará casi imposible colar por el cedazo de constitucional el hecho de que una región pueda decidir sobre la unidad de España. La soberanía nacional reside en todos los españoles, no en una parte de ellos, por mucho que ahora le venga bien a Sánchez que todos bailemos al son de los catalanes. Tampoco es legal una amnistía general, acción ajena a nuestro ordenamiento constitucional. Así que o el Tribunal Constitucional se fuma la Constitución o no hay manera de apoquinarle la factura a Puigdemont.

Pero a Sánchez todavía se le presenta un par de jaquecas más: la mayoría absoluta del PP en el Senado, que le puede complicar la vida, y el hecho de que su poder autonómico es mínimo.

El tipo que a mediados de agosto se va a presentar ante la opinión pública como un César coronado con laureles imperiales es en realidad el capitán de un puzzle quebradizo y estrafalario. Además, en el plano autonómico solo manda en Asturias y Castilla-La Mancha, y hoy las comunidades llevan el grueso de la gestión cotidiana.

Feijóo va a pasar un mal verano. Pero Sánchez y Begoña tampoco van a dormir a pierna suelta.