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El astrolabioBieito Rubido

Amigos de Sánchez, enemigos de España

Si ya toda su relación con Marruecos está envuelta en brumas de sospechas, aparece un viaje privado que viene a poner en valor de nuevo el viejo dicho romano que sostiene «la mujer del César, además de ser honesta, debe parecerlo»

Me pongo a escribir un artículo y siempre se me aparece Sánchez, en este caso ataviado con una gorra tipo Tony Leblanc. Por eso, en ocasiones, me niego a seguir escribiendo. Es difícil querer hablar del momento político actual y orillar al personaje que más ha deteriorado la situación y la convivencia entre los españoles. Alguien me reprochó la falta de moderación de mi artículo de ayer. Tal vez le asistía la razón. Reconozco que Sánchez me ha radicalizado. Saca lo peor de nosotros. Fíjense bien, en España se está dando por bueno y por normal que este señor, que perdió las elecciones, que nadie se olvide ello, está dispuesto a pactar con los enemigos de España. No sólo eso, léanse las condiciones de su pacto. Todas ellas están orientadas a desmantelar el país tal y como lo conocemos, incluidos referéndums de autodeterminación. Llámenle ustedes lo que quieran, pero Sánchez, por mantenerse en el poder, está dispuesto a tirar las columnas del templo y dejar que España se despeñe por el precipicio de los deseos y voluntades de los independentistas. En cualquier otro país esto se consideraría una traición al pueblo.

Ahora lo que nos faltaba: Marruecos. Un país vecino que representa una amenaza en tantos terrenos, aunque precisamente por ello, por su vecindad y por los riesgos que entraña la mala relación con los alauitas, debemos llevarnos bien. Pero nada más que bien. Mantengamos una posición firme y de justa correspondencia, sin ninguna concesión especial. No parece que sea el caso del Gobierno de Sánchez. Si ya toda su relación con Marruecos está envuelta en brumas de sospechas, aparece un viaje privado que viene a poner en valor de nuevo el viejo dicho romano que sostiene «la mujer del César, además de ser honesta, debe parecerlo».

¿Algún enemigo más de España con el que aliarse? Esa es la pregunta que nos podemos hacer.

Es cierto, reconozco que por momentos pierdo la serenidad. A mí me parece muy bien que haya alternancia en los gobiernos y que todos tengan un lugar bajo el sol de la democracia de España; pero que se carguen mi país, no.