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Ojo avizorJuan Van-Halen

Charada con el Rey al fondo

El artículo 99 de la Constitución recoge una ronda de consultas con los grupos parlamentarios para conocer quién puede tener más apoyos y proponer candidato. Por primera vez parece que serán dos los optantes y el Rey habrá de ser singularmente hábil

En política es tiempo de charada. No del acertijo que busca una palabra desde indicios más o menos oscuros sino de indagar el motivo por el que estamos así y aventurar qué ocurrirá. Un artículo de opinión viene a ser una ventana a la que se asoma el lector para informarse, conocer el criterio del autor y discrepar o coincidir con él. Seguro que este artículo concitará, de unos y de otros, más negaciones que asentimientos.

Estamos como estamos por una estrategia agonizante de Sánchez que se demostró eficaz y un cúmulo de errores de la derecha. Un error fundamental: confiar en las encuestas, explicable porque todos los sondeos –rarísimo– se equivocaron. Ante esas expectativas el PP buscó ampliar su voto con socialistas arrepentidos para llegar a una mayoría suficiente que se veía posible. Y llamó al voto útil contestado por Vox enarbolando el voto patriótico. La referencia de Feijóo a su mayor comodidad con el socialismo que con Vox, mera táctica manipulada por los medios caseros, fue utilizada por Abascal. Al PP se le desbocaron las críticas a Vox cayendo en la trampa de la izquierda y desaprovechando insistir en las lesivas leyes de Sánchez.

En plena campaña a Abascal se le ocurrió anunciar para Cataluña un 155 permanente. La reacción fue que el voto moderado se pasó al PSC que subió a 19 escaños, y lo sufrió el independentismo. ERC bajó ampliamente, Junts perdió escaños y CUP desapareció. El PSC fue un colchón inesperado para Ferraz. Otro error que penalizó la falta de una estrategia concertada entre PP y Vox fue el empeño en apresurar los pactos en las Autonomías. En algunas se dieron espectáculos circenses con la ayuda del radical Buxadé. Deberían haberse paralizado los pactos hasta después de las elecciones como hizo Chivite en Navarra. Ahora sabemos que Bildu apoyará su presidencia pero no lo supimos en campaña. No menos errónea fue la censura cultural, exagerada por la izquierda, de concejalías gobernadas por Vox en algunos municipios pequeños, que movilizó en torno a Sánchez a la tropilla de la ceja.

Lo cierto es que Vox necesita al PP como coartada, incluso como justificación. Desde su inicio fue así. En esa familia el hermano pequeño quiere gritar y ser más oído que el hermano mayor. Los veteranos sabemos cómo y quiénes crearon Vox –también los que abandonaron– y no les niego una parte de razón. Luego recogieron en sus filas a no pocos descartes del PP por mera supervivencia. Rajoy se habrá arrepentido de la machada de que sobraban en el PP «liberales y conservadores». Pero ¿qué sería Vox sin el PP? Y lo tremendo es que mientras exista Vox o no haya una estrategia electoral concertada, la derecha no ganará unas elecciones generales. El comodín de Vox, inventado por una izquierda que no ve la viga en su ojo y se solivianta con la paja en el ojo ajeno, ha calado. Explica la bajada de escaños de Vox, por cierto sin la más mínima autocrítica. El PP subió 47 escaños.

Y ahora juega el Rey. El artículo 99 de la Constitución recoge una ronda de consultas con los grupos parlamentarios para conocer quién puede tener más apoyos y proponer candidato. Por primera vez parece que serán dos los optantes y el Rey habrá de ser singularmente hábil. Serían el candidato más votado y el que anunciaría apoyos de quienes están contra la unidad de España, la Constitución y la Corona. Siempre fue nominado el candidato más votado. La Presidencia del Gobierno no debería sustentarse en quienes vulneran públicamente de palabra y obra el artículo 2 de la Constitución ya que exigen para su apoyo decisiones claramente inconstitucionales. Comunistas fuera de tiempo, un prófugo de la Justicia, unos golpistas y los herederos del terrorismo. El Título II, «De la Corona», sobre todo en su artículo 56.1, es muy claro. Y Sánchez ya presiona al Rey. Feijóo no debe ceder.

El artículo 99 también señala la obligación del candidato a presentar su programa de Gobierno. En 2019 Sánchez desechó los temas más vidriosos e ideológicos que luego abordaría. Conocemos sus disparatados compromisos con el Frankenstein. El PP debería exigir que no haya lagunas en el programa que eventualmente presente Sánchez. Aunque la mentira le acompaña tan fielmente como un perro San Bernardo a los montañeros en apuros.