Narcocorazoncito
El narcohijo delató al narcopadre, y el narcopadre declaró que todo es falso, que Nicolasito miente, que él no ha financiado su campaña con las riquezas provenientes de la coca jamás de los jamases
Anda por ahí una foto de Gustavo Petro y su hijo Nicolás, igual a esas de las que la gente se hace ahora, en plan muy chula, en las que forman corazoncitos con los dedos índice y pulgar, aunque en este caso los dedos índice y pulgar del padre se unen a los del hijo, como dando a sobreentender que lo de ellos es amor puro de verdad, hasta siempre jamás. Cuánta cursilería, por favor. Y cuánta mentira.
El caso es que no voy a extenderme demasiado en el acontecimiento del momento en Colombia que ha trascendido al mundo, pero se habrán enterado que Nicolasito, el hijo deditos de corazoncito, todo muy «ito», declaró en un interrogatorio tras ser detenido por delincuentecito, que su padre, el Cacas (lean la columna de don Alfonso Ussía), presidentico de Colombia, elegido por los colombianos, habría financiado su campaña con el dinero del narcotráfico. Y bueh, la gente todavía se asombra. La gente, menos yo.
¿Es raro que Petro el Cacas autofinanciara su campaña presidencial con los suculentos negocios de la coca? Para nada. El CacasCoca fue un narcoterrorista, un narcoguerrillero, y lo sigue siendo ahora disfrazado de presidente «Exprópiese». La gente no cambia, ni por muchas manitas en forma de corazoncito que multipliquen en sus iPhones.
Por cierto, nunca he soportado esos corazoncitos en los logos y en las fotos como queriendo parecer buenas gentes o no sé qué, porque lo que dan es una pinta de imbéciles que no los brinca un chivo.
En resumen, el hijo delincuentico denunció al padre delincuentón, qué tierno, cuánto amor. Hagamos corazoncitos en cadena, cadenas de corazoncitos como caramelitos.
El tipo, un torturador, un criminal, hacía sus necesidades encima de sus víctimas, sobre todo de las mujeres, y en España le dedicaron puñados de corazoncitos y distinciones para él y para su comitiva.
Hasta las más feministas aplaudieron desaforadas, se les partieron los dedos al aplaudir a semejante mequetrefe; los Reyes debieron recibirlos, a él y a su mamertica mujercita, después de haber sido insultados y rebajada España por este pedazo de excremento con púas. No sé cómo se puede llegar a soportar tanto.
El narcohijo delató al narcopadre, y el narcopadre declaró que todo es falso, que Nicolasito miente, que él no ha financiado su campaña con las riquezas provenientes de la coca jamás de los jamases. No, qué va, y eso que quiere convertir a toda Colombia en un vasto prado de coca donde pasten los chinos, y luego irá a fabricar, qué sé yo, fentanilo, si no es que ya lo haya fabricado.
Todo muy «ito», muy «zen», muy amoroso y delicado, muy de tomarse las manitas y hacer una ruedita alrededor del planeta y entonar el Bella Ciao y la Internacional. Yo, Giorgia Meloni, cancelaba el Bella Ciao, qué canción tan ridículamente espantosa, además que el Bella no sabemos ahora mismo con qué intención va, ni hacia dónde se dirige desde la perspectiva de la ideología woke, quiero decir.
En cualquier momento veremos espectáculos nunca ni siquiera imaginados, inigualables, o sólo comparables con el de una tipa que ahora dice que es tipo, que dirige un museo en Seattle, donde ella, que ahora es él, ha decidido borrar de una exposición de Harry Potter el nombre de la autora de Harry Potter, JK Rowling, por el mero hecho de que la escritora ha manifestado que una mujer es una mujer y un hombre es un hombre, en el más puro y estricto sentido biológico y científico, además por conocimiento de causa, lo que pudiera amparar a una mujer, escritora por demás, madre para más inri. Pues nada, el personaje del niño mago existe en la exposición, pero su autora no, ella como creadora no existe, sólo porque ha deseado defender su condición de mujer. Cancelada por otra mujer que ahora se considera hombre a todo. ¿Ven? Todo muy de corazoncito.
Pues no sé si por esa vía el narco Nicolasito ha cancelado al narcopadrecito presidentico de Colombia, votado por los colombianos. Si por fin devolverán mediante exigencia gubernamental a España las condecoraciones y subvenciones que se llevaron. O si se van a matar entre ellos, con lo que ganaríamos un montón. Y si por fin, mi amigo el cineasta colombiano que votó por este ascazo va a curar su miopía ideológica, y rectificará conmigo y con todos a los que les ha querido meter la guayaba, incluso tras haber vivido en Cuba una larga temporada, que un matarife comunista puede llegar a ser –corazoncito mediante– una persona honesta y distinguida.