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El observadorFlorentino Portero

Sonámbulos

Años de paz y bienestar tienen como consecuencia no deseada la pérdida del sentido de la realidad. Acabamos dando por sentado, por consolidado, lo que no es más que un logro temporal, expuesto a todo tipo de circunstancias

Tras unas elecciones generales el Congreso carece de una mayoría natural. Nuestro presidente en funciones se pasea por Marruecos dando a entender, y así lo está recogiendo la prensa local, que el giro diplomático que dio con la carta de la que no hay constancia sigue adelante. En términos generales mostrar debilidad en política internacional genera un efecto gravitacional. Cuanto mayor sea la muestra, mayor será la bofetada que se recibirá de aliados, amigos, rivales o enemigos. Marruecos tiene la paciencia de saber esperar esos momentos. Un político débil, empeñado en gobernar con un Frankenstein 2.0, será víctima propiciatoria del sultán, por malito que éste se encuentre. Por lo demás, no será necesario cruzar el Estrecho para descubrir cómo los más cercanos te faltan al respeto y abusan de tu situación. Mientras el Sahel se enciende, y la prensa nacional e internacional dedica máxima atención a lo que allí está sucediendo, nuestro presidente considera que no es urgente resolver la formación del nuevo gobierno, a pesar de que nosotros sí nos vamos a ver afectados de manera directa e inmediata por esos acontecimientos.

La Unión Europea, bajo presidencia española, tiene que tratar en breve el reto de la ampliación. Hay lista de espera y, además, está Ucrania. Se cosecha lo que se siembra. Aplicamos con exquisita ambigüedad el principio de «puertas abiertas», dimos entrada a estados de la entonces denominada «Europa Oriental», no quisimos valorar el impacto que tendría en Rusia al tiempo que aumentábamos nuestra dependencia de su gas y petróleo …. Todo un ejemplo de inteligencia y responsabilidad política. Ahora toca lo imposible: incorporar paulatinamente a estos estados, a pesar de que no reúnen condiciones, está en cuestión el orden democrático, no tenemos dinero y nuestro mecanismo de toma de decisiones no da más de sí. Mientras tanto seguimos dando vueltas a nuestras relaciones con las dos grandes potencias de nuestro tiempo: Estados Unidos y China. De ambas dependemos y a ambas necesitamos. Con ninguna nos acabamos de entender, lo que era previsible cuando ni siquiera los europeos nos entendemos entre nosotros.

Estados Unidos trata de hallar su lugar en el mundo. Entiende que la Guerra Fría quedó atrás y tiene muy claro que no quiere ser el guardián del planeta. Allá el planeta con sus problemas. Sin embargo, quiere seguir imponiendo su voluntad cuando sus intereses están en juego. Pero ¿hay algo más subjetivo que la definición de interés? De entrada, republicanos y demócratas no se ponen de acuerdo, eso en el supuesto de que haya una visión republicana y otra demócrata, lo que dudo con algún fundamento. El departamento de Estado ha logrado, tras sortear una sucesión de crisis, abrir una vía formal de negociación con la diplomacia china. Sin embargo, el mayor obstáculo que se está encontrando no es el nacionalismo chino sino la bancada republicana que, ya en tiempo electoral, condena por cesión indebida los primeros intentos de formalizar esos encuentros. Mientras tanto, Estados Unidos no hace acto de presencia en el Sahel, donde Rusia y China, repartiéndose los papeles, ganan posiciones que serán determinantes en el futuro inmediato, sobre todo para nosotros. Estados Unidos tiene claro, como China, que el teatro de operaciones principal es la Revolución Digital. Sin embargo, y a diferencia de China, su clase dirigente, que no sus diplomáticos, parece haber olvidado que los aliados cuentan. La resaca de décadas de liderazgo mundial todavía está presente en Washington, pero más vale que la superen y vuelvan a establecer consensos estratégicos suficientes para que el conjunto de su acción exterior recupere la operatividad perdida.

Sonámbulos es el título en español de una obra histórica ya clásica que narra la combinación de estulticia, irresponsabilidad, ignorancia… que llevó a los europeos a la I Guerra Mundial. A lo largo de la historia encontramos demasiadas veces ejemplos de comportamientos semejantes. ¿Cómo pudo ocurrir? Nos preguntamos sobre episodios absurdos que, inexorablemente, generaron consecuencias desastrosas. Años de paz y bienestar tienen como consecuencia no deseada la pérdida del sentido de la realidad. Acabamos dando por sentado, por consolidado, lo que no es más que un logro temporal, expuesto a todo tipo de circunstancias. ¿Estamos, como entonces, sonámbulos?