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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Sánchez y Bolaños, a lo Trump

Para intentar librarse del pulgar de Puigdemont, el PSOE ha llegado al extremo de denunciar ante el Supremo que hay irregularidades electorales en Madrid

Como saben, Trump afronta ahora mismo tres juicios: el de los pagos ilícitos a una actriz X para comprar su silencio, el de la documentación oficial que se habría llevado a su mansión y el de la acusación de haber lanzado bulos contra la victoria electoral de Biden. En todos estos casos se han juntado el hambre con las ganas de comer. Trump hizo gala en el poder de un comportamiento atrabiliario, es cierto, pero también hay algo de cacería organizada del «progresismo» judicial estadounidense.

Nada gusta más a nuestra izquierda que poner pingando a Trump, y este mes la han gozado con el caso de los bulos electorales. Pues bien, se da la paradoja de que el PSOE ha acabado en lo mismo. Sin prueba alguna, ha lanzado el embuste de que los resultados electorales de la circunscripción de Madrid no son válidos. ¿Por qué lo hace? Tras el recuento del voto del exterior perdieron en Madrid un diputado a favor del PP, y ese escaño se ha vuelto clave, pues hace que ya no baste con la abstención de Puigdemont. Ahora para coronar a Sánchez se necesita el sí expreso del fugitivo de Waterloo, lo cual ha puesto al PSOE extremadamente nervioso.

A pesar de los desdenes de Sánchez y sus ministros hacia Feijóo y su victoria electoral (no han tenido ni la elemental educación de darle la enhorabuena). A pesar de que los medios satélites anticipan que Sánchez será presidente de tacón y sin despeinarse. A pesar de tanta suficiencia altiva, la verdad es que en la Moncloa hay temblor de piernas, porque necesitar a Puigdemont equivale a bailar con una bomba de relojería. Sus registros mentales son impredecibles y su fanatismo, acreditado.

El agobio se ha traducido en dos reacciones desabridas del sanchismo, con las que vuelve a mancillar nuestra vapuleada democracia. La primera ha consistido en movilizar a su Fiscalía –en una tarde madrileña de agosto a 41 grados– para que saliese rauda a enmendarle la plana a un TC que había rechazado por la mañana un recurso de Puigdemont contra su detención. Traducción: la Fiscalía sanchista trabajando al esprint a favor de un prófugo de nuestra justicia. Una chaladura política de corte bolivariano y un insulto a los españoles.

El segundo reflejo de la crisis de nervios ha sido recurrir ante el Supremo la doble derrota ante la Junta Electoral sobre los votos de Madrid. El PSOE reclamó primero ante la Junta Electoral local, que le dijo que nones, que no aportaban prueba alguna de irregularidades. Acudieron entonces a la Junta Electoral Central, que esta semana les repitió lo mismo en clarísimos términos: «La parte recurrente [el PSOE] no aduce ninguna irregularidad en el escrutinio general como para justificar la repetición que solicita». Pero ni así. Ahora se han ido con su mal perder al Supremo, porque el veraneante de la Mareta tiene pánico al pulgar de la dacha de Waterloo.

Es muy relevante cómo ha justificado Bolaños el recurso ante el Supremo. Atentos: «Lo más garantista, lo más razonable es que se validen esos votos, se vuelvan a contar, se comprueben, para que todos los ciudadanos que fueron a votar el día 23 de julio vean garantizados sus derechos y podamos saber exactamente cuál ha sido el resultado en la circunscripción de Madrid para asignar ese último diputado».

«Se validen esos votos». Entonces, ¿no son válidos? «Vean garantizado sus derechos». Entonces, ¿se han visto violados? En efecto: el ministro de Presidencia, ni más ni menos, está esparciendo el bulo de que hay un chanchullo con el voto de Madrid. Está propagando que existe algo anómalo en el recuento y que el público tiene derecho a conocer la verdad. Bulos trumpistas en estado puro.

Una aclaración para Bolaños, pues parece que no conversa con la gente de a pie. Los españoles no están comentando en terrazas y playas el recuento del voto exterior en Madrid. No figura en su conversación, es algo que solo mueve el PSOE. En cambio, de lo que sí hablan, admirable Félix, y mucho, es del extrañísimo fiasco universal de todas las grandes firmas de encuestas, o de dónde y cómo se custodió el voto por correo.

Sin embargo, a diferencia de un PSOE siempre afecto al enredo al límite, los partidos de la derecha que ganaron las elecciones, PP y Vox, han tenido el fair play de no conceder el más mínimo pábulo a esos comentarios callejeros. No han dedicado ni una palabra a señalar que a millones de españoles el triunfo sorpresa de Sánchez les huele a chamusquina, con una insólita resurrección en las urnas tras ser vapuleado en el debate cara a cara e ir muy rezagado en todas las encuestas de prestigio.

La derecha ha estado en su sitio, porque no se puede hacer lo que hacen Sánchez y Bolaños, poner en cuestión la limpieza del proceso electoral sin aportar prueba alguna. No se puede… salvo que todo valga con tal de mantener a Sánchez en su trono, que es en lo que está el PSOE desde 2018.