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El puntalAntonio Jiménez

Pendientes del prófugo de Waterloo

Si «puchi-junts» no respaldara la investidura de Sánchez hay una alternativa que haría posible la de Feijóo, pero pasa por un PNV que desde que traicionó a Rajoy apoyando la moción de censura ha decidido renegar políticamente del PP

A una semana vista de que arranque la incierta XV Legislatura con la constitución del Congreso sólo se sabe que no se sabe nada, permítaseme la ironía, salvo la firme voluntad contra «natura política» de Sánchez, alejada del sentido de Estado exigible, de conseguir el apoyo de Puigdemont, el único que le falta, para seguir en la Moncloa.

La formación de la Mesa del Congreso dentro de una semana determinará el grado de compromisos y apoyos que Feijóo, ganador de las elecciones, o Sánchez, el derrotado en las urnas, han conseguido para ir a la investidura.

¿Será capaz Sánchez de situar al frente del Congreso como tercera autoridad del Estado a alguien que no sólo no lo defiende sino que hace todo lo posible por debilitarlo y destruirlo con tal de obtener los votos de su investidura?

Una pregunta que cabe hacerse ante la posibilidad cierta de que el PSOE pretenda comprar a los independentistas con esa regalía política, además de garantizarles grupos parlamentarios propios para engordar sus arcas con mas presupuesto económico, como moneda de cambio, entre otras muchas a pactar, para que Sánchez sea investido.

La duda estriba en si el prófugo de Waterloo participará de esa entente de intereses del PSOE con las minorías nacionalistas y separatistas, cuando sus exigencias concretas y firmes pasan únicamente por la amnistía a los miles de golpistas pendientes de ser juzgados, incluida la suya, y por un referéndum efectivo y vinculante de independencia.

En definitiva la suerte de la gobernación de España está en manos de un prófugo de la justicia. Es la gran ironía que el destino electoral nos deparó con los resultados del 23-J. Dice Emiliano García Page que es triste que el Estado vaya a depender de alguien que puede decidir sobre su presente y futuro pero que no renuncia a acabar con ese mismo Estado. Me pregunto si los diputados socialistas castellano-manchegos piensan como él y si coinciden con la objeción de su presidente para oponerse en el Congreso a que Puigdemont reciba de Sánchez la manija del Gobierno.

En todo caso si «puchi-junts» no respaldara la investidura de Sánchez hay una alternativa que haría posible la de Feijóo, pero pasa por un PNV que desde que traicionó a Rajoy apoyando la moción de censura, horas después de haber pactado con él nuevos Presupuestos Generales del Estado y estabilidad para dos años más de legislatura, ha decidido renegar políticamente del PP.

Desde entonces el apoyo electoral a los peneuvistas en las distintas elecciones habidas ha sido inversamente proporcional al crecimiento de Bildu, gracias al blanqueamiento y favores socialistas.

Los «bildutarras» suben mientras el PNV baja. Cosa que la oronda y fornida humanidad de su dirigente Andoni Ortuzar parece ignorar cada vez que expresa su rechazo a la derecha y al PP como si los votantes peneuvistas no fueran más de derechas que la acera de los pares.

Ortuzar y demás genios con chapela que dirigen ese partido parece que están más interesados en intentar disputarle espacios extremos a los herederos políticos de ETA, que en marcar perfil propio y diferenciado como el que le ha garantizado la hegemonía política en el País Vasco desde siempre, pactando en «Madriz» con el PSOE o con el PP en función de los resultados de uno y otro y respetando, hasta la irrupción del «sanchismo» disruptivo, al ganador de las elecciones.

El PNV tiene aún la posibilidad de recuperar esa senda pactista a derecha o izquierda sobre la que también influyó en algunos momentos políticos la oligarquía empresarial vasca con intereses económicos en toda España y que, supongo, no creo que sea entusiasta de la izquierda a la que aparentemente se ha abonado el PNV con su explícita y contundente desafección a la derecha y al PP.