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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Podemos, ERE que ERE

Los puestos escasean con la debacle electoral y los pocos que quedan tienen que dar de comer a cuatro enchufados cercanos al líder

Vallecas era la zona cero del proletariado y los derechos de los trabajadores, el punto iniciático de la ideología podemita. Hoy el distrito del sureste de Madrid es un nicho electoral de Isabel Díaz Ayuso, que ha castigado al fracasado de Galapagar, y los trabajadores, si son de Podemos, tendrán que irse a rumiar un ERE en manifestación a las puertas del chalé del empresario Pablo, porque la mamandurria se ha acabado y se ha cerrado el grifo del abrevadero. Los puestos escasean con la debacle electoral y los pocos que quedan tienen que dar de comer a cuatro enchufados cercanos al líder y a la simpar niña de la curva, empotrada en Sumar, porque de algo hay que vivir. Los populistas van a cerrar nueve delegaciones territoriales y despedir a la mitad de sus empleados. Eso son políticas sociales y lo demás, una broma.

Los que venían a asaltar los cielos han terminado pidiendo permiso a la Comunidad y al Gobierno para ejecutar un reajuste de personal, que les caerá encima a decenas de cargos de confianza que un día abandonaron las calles y las pancartas para pisar moqueta y ser recibidos por ujieres, pero que demostraron que se les daba mejor asaltar capillas que hacer leyes con sentido común o gestionar los asuntos públicos. Todos esos antiguos comunistas de «lo mío es mío y lo tuyo de los dos» volverán de sus odios a sus asuntos y tendrán que buscar trabajo como los hijos de un dios menor a los que decían defender. Lilith Verstrynge es la encargada de la negociación. Una niña de papá (tránsfuga) para engañar a los trabajadores. Qué puede salir mal.

Es predecible que la patronal Podemos, que sufre una merma del 70 por ciento de sus ingresos públicos, aplique la menor indemnización legal a sus empleados, como decían de los empresarios explotadores a los que recetaban cicuta; hoy son ellos los que administran el palo (ahora sin zanahoria) y tente tieso. Que sobreviva el entorno más cercano de Iglesias depende de que un presidente en funciones derrotado en las urnas convenza a un fugitivo de la Justicia para que le facilite cuatro años más de vida y, además, de que su enemiga Yolanda Díaz se acuerde de quien un día la colocó con el dedo dictatorial de macho alfa. Es decir, aquel partido que iba a aliviar las penurias de los más desfavorecidos se dispone a usar de una herramienta empresarial y condenar, en la lógica podemita, a decenas de hogares a la precariedad de un ERE. Ya tienen experiencia porque Izquierda Unida y el propio Podemos hizo lo propio en 2015 y 2020, respectivamente.

Cinco diputados no dan para mucho. Ni para grupo parlamentario propio. El partido ha sido aniquilado en las Comunidades autónomas, en los ayuntamientos y que siga en el Gobierno de la nación está en manos de un presidente que le ha robado los votos a Iglesias, aplicando sus mismas políticas radicales, pero desde un pretendido partido de Estado. El empleado de Roures disparó contra todos los disidentes que osaron llevarle la contraria. Los que se quedaron, incluida Ione Belarra, lo hicieron porque el calor del presupuesto público es mucho más agradable que el de este tórrido verano. Ahora, aquellos paniaguados a los que no decapitó el Sumo Líder van a pasarlas canutas. Y cuando se crían cuervos, y no se les da de comer, lo normal es que te saquen los ojos.