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Unas líneasEduardo de Rivas

Parlem català

Sánchez quiere el apoyo de Puigdemont a cualquier precio. Si hay que pagarle un curso de catalán a Von der Leyen, se le paga, y si hay que contratar traductores en el Congreso, se contratan

Es mera educación que cuando hay varias personas en un grupo y una de ellas no entiende el idioma del resto, se hable en una lengua que hablen todos. Así lo he entendido siempre y así lo he visto desde que llegué a Bruselas, donde un par de eurodiputados españoles pueden estar charlando tranquilamente en castellano hasta que llega un alemán y entonces pasan automáticamente al inglés. En unas instituciones en las que hay 24 lenguas, o reina un poco el civismo o se convierte en un caos.

Pretende el Gobierno español ahora que en vez de 24 sean 27, añadiendo a la lista el catalán, el gallego y el euskera, idiomas cooficiales en algunas regiones de España pero no en todo el territorio. No creo que Bruselas acceda porque ya lo rechazó años atrás, pero, de hacerlo, crearía un peligroso precedente para tantas lenguas regionales que hay en Europa que podrían reclamar entonces su lugar. Entre otras, el valenciano y el aranés, que Sánchez no ha tenido en cuenta.

Tampoco prestó atención al posible caos que provocaría en Europa la aprobación del catalán como lengua oficial. Y si lo hizo, no le importó. El presidente del Gobierno quiere a cualquier precio el apoyo de Puigdemont y todo vale para mantenerse en Moncloa. Si hay que pagarle un curso de catalán a Von der Leyen, se le paga, y si hay que contratar traductores para que los diputados de ERC y Junts hablen catalán en el Congreso, se contratan. Será por dinero. Y si no hay, se suben los impuestos o se ponen peajes en las carreteras.

Y mientras Sánchez mueve sus hilos, el PP todavía no se ha repuesto del golpe que les supuso no sumar mayoría el 23-J. La campaña electoral fue tan mala como la estrategia para hacerse con la presidencia del Congreso de los Diputados, un lugar que no logro comprender que la ley electoral no asigne al partido más votado en las urnas. Igual que tampoco tiene sentido que el tercero con más apoyos se quede fuera de la formación de la Mesa. España presume de democracia en muchos aspectos, pero ya me dirán qué anima a alguien a ir a las urnas cuando sus votos no deciden nada y solo sirven para mercadear. Pero en vez de preocuparnos por mejorar ese tipo de cosas, lo que nos quita el sueño es que se hable catalán.