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Desde la almenaAna Samboal

Negociar la nación

En Zarzuela, no ha calado el discurso del dilema del Rey entre dos fuerzas políticas

Mayo de 2017. Susana Díaz, Patxi López y Pedro Sánchez, aspirantes a regir los destinos del PSOE, se enfrentan en un debate de primarias. El ex-lehendakari toma la palabra para interpelar al favorito en las encuestas:

-Patxi: Volvemos a hablar del debate naciones sí, naciones no, que es lo que interesa a los nacionalistas, no a nosotros. Ese no es el debate. Vamos a ver, Pedro, ¿sabes lo que es una nación?
​-Pedro: Por supuesto. Es un sentimiento que tiene muchísima ciudadanía, por ejemplo en Cataluña o en el País Vasco, por razones culturales, históricas o lingüísticas.

A continuación, Pedro le recrimina a Patxi que haya reconocido las naciones culturales y Patxi le responde discriminando entre lo que él considera naciones constituidas jurídicamente como estados y naciones culturales, lingüísticas o sentimentales (sic). Y, tras esa supuesta lección de Derecho, insiste: ¿es eso lo que nos interesa a los socialistas?

Seis años después, desconocemos si han llegado a un acuerdo. Ni siquiera si han llegado a debatirlo, porque no parece haber mucha discusión en Ferraz acerca de cuestiones de hondo calado. Pero sí podemos aventurar que Patxi López defenderá públicamente el concepto de nación que más convenga a los separatistas que negociarán con Pedro Sánchez para mantenerle en el poder y que, interese o no a los socialistas, hablarán de nación.

La pataleta pública del portavoz por la designación del candidato Feijóo a la presidencia del gobierno demuestra que, en esta ocasión, su estrategia para apartar del estrado al ganador del 23-J no ha surtido efecto. En Zarzuela, no ha calado el discurso del dilema del Rey entre dos fuerzas políticas, que hábilmente se indujo para que se extendiera como una mancha de aceite de tertulia en tertulia tras la formación de la Mesa del Congreso. Ni siquiera la pública reclamación de Pedro Sánchez, invocando unos apoyos que no tiene o la añazaga, inducida por boca del portavoz del PNV, reclamando una segunda ronda de despachos con Felipe VI, han logrado hacer mella en el ánimo del jefe del Estado.

En un mes, será el candidato del Partido Popular el que someta su candidatura a la confianza del parlamento. Y en ese mes, que en Ferraz y Moncloa puede hacerse muy largo, los nacionalistas redoblarán la presión, obligando a Pedro y Pablo a posicionarse. Aunque no les interese hacerlo.

De aquí al 27 de diciembre, la fecha en la que comenzarán a correr los plazos, Junts y Esquerra cerrarán filas en la celebración de la Diada del 11 de septiembre jaleados por todo el entramado de intereses nacionalistas y respaldados por Sumar. Nueve días después, el 20 del mismo mes, conmemorarán como un acto de heroísmo el ilegal y condenado asalto a la consejería de Economía, en los prolegómenos del referéndum ilegal. Y, si Feijóo no obtiene la confianza de la cámara, Pedro Sánchez reclamará su turno coincidiendo con la exaltación separatista en recuerdo del 1 de octubre.

No es el mejor escenario para negociar una nación. Es un asunto que, en opinión de Patxi, no conviene a los socialistas. Tampoco parece el cartel más conveniente para presentarse a unas nuevas elecciones, en caso de que las demandas de Puigdemont se revelen inasumibles. En Andalucía o Madrid no da votos y, en Cataluña, los ganados el 23-J pueden retornar al punto de origen. Entre el original y la copia, acaba imponiéndose el original.